Inocentada

Tengo la inmensa fortuna de compartir mis tardes con los actores y amigos Andreu Benito e Ivan Benet interpretando una a una –para luego poderlas actuar– las magníficas palabras de 'La solitud dels camps de cotó', pieza teatral (o poema a dos voces) de Bernard-Marie Koltès, muerto en el año 1989 a los 41 años, y, a mi parecer, una de las voces literarias y teatrales más personales que nos regaló la segunda mitad del siglo XX. No creo que pueda pecar de 'spoiler' (¿quién inventó tal palabreja?) si les avanzo que la obra empieza con estas palabras del vendedor hacia el cliente: «Si usted camina a esta hora y en este lugar es porque desea alguna cosa que no tiene, y yo puedo proporcionársela». Sí, todo esta en venta, incluso el deseo.

Pero luego llegas a casa, y, para ver qué ha dado de sí el día, repasas los periódicos en la pantalla del ordenador, te apercibes del enorme bajón moral y poético del que acabas de ser víctima y sientes una terrible necesidad de regresar a la ficción, para así entender lo que pasa y nos pasa en el mundo real.

DOMÉSTICAS CORTINAS DE HUMO

El pasado día 28 el 'president' Puigdemont tuvo a bien gastarnos la inocentada de su intención de trasladar el Govern a Girona para así estar más cerca de su casa y de sus 'xuixos'. Podría tener su gracia si el día antes no hubiese hablado muy convencidamente de las virtudes del referéndum acordado y solo un día después de las bondades de la huida unilateral. Tres inocentadas al precio de una: ¿Quién dá más? ¿Qué venden Puigdemont y los suyos? ¿Tal vez domésticas cortinas de humo para ocupar espacios en los medios de comunicación y así invitarnos a relativizar cuestiones de muchísima más hondura en los que miseria y muerte son la única moneda?

En 'La soledat dels camps de cotó' comprador y venedor negocian para que el perro y el gato que hay en ellos no se abalancen sobre el adversario para destrozarle. Koltès sabe muy bien que el tiempo de la diplomacia y las palabras son solo el compás de espera para mejor organizar la guerra, y dota a sus protagonistas de un altísimo lenguaje tomado en préstamo a Shakespeare, Racine y Marivaux. Ambos personajes, en la oscura soledad que les acoge, recelan de todo argumento del otro. Y lo hacen porque el autor les ha dotado de un cerebro y una sangre por la que transitan las palabras de los más altos filósofos y la experiencia de muchas vidas.

LA SABIDURÍA DE LOS GRANDES POETAS

Sí, la caída más dolorosa suele producirse desde la inocencia. Sería muy aconsejable leer y escuchar todas y cada una de las letras de los medios de comunicación a la luz de la sabiduría de los grandes poetas. Y así, al girar sobre nosotros mismos, no nos encontraríamos con una inmensa 'llufa' prendida con un alfiler a nuestra espalda.