La inhumana especie humana

El lector me perdonará que hoy recoja en este papel una palabra tan solemne y engañosa como Humanidad. ¿Qué es la Humanidad, con mayúscula? El género humano. Si las hormigas tuvieran conciencia de formar parte de un género, y fueran capaces de expresarse, podrían hablar de la Hormiguidad. Me parece que queda claro. La Humanidad está formada por todos los seres que tienen unas características físicas compartidas y una determinada forma de inteligencia. Solo por extensión podemos hablar de la inteligencia de un perro. Pero Humanidad es una palabra que tiene un significado indiscutible al pasarla de mayúscula a minúscula: humanidad. Esta humanidad es indefinible, porque se muestra en la compasión que sentimos por unos desvalidos, en el respeto por las diversas formas de vida, en la sensibilidad, en la solidaridad. Por nacimiento, humanos somos todos. Es nuestro DNI y la identidad como especie. Nos hemos dado unas normas básicas de conducta, y a quienes no respetan nuestras leyes morales les llamamos inhumanos.

Un ejemplo reciente de inhumanidad es el caso que recogió este diario. Tres chicos que querían huir del Kurdistán cayeron en manos de unos que también eran seres humanos, que fueron capaces de engañarles por dinero y sin tener escrúpulos. Les cobraron mucho por llevarles a Gran Bretaña dentro de un camión cerrado y frigorífico. Fueron descubiertos. La fruta del camión se conservaba en buen estado. Los chicos, supervivientes afortunados, tuvieron que ir al hospital. Unos humanos se dedicaron  a salvar a unos humanos de la maldad de otros humanos.

No puedo recordar qué pensador proclamó: «Nada de lo humano me es ajeno». La afirmación es muy digna, pero habría que examinarla críticamente. Está bien: todo lo humano lo considero propio. Pero deberíamos completar la frase. Tampoco nos debe ser indiferente lo que es inhumano. Porque humanos e inhumanos forman parte de la misma especie.