Peccata minuta

Individuos poco considerados

JOAN OLLÉ

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Discúlpenme que enlace este artículo con el del sábado pasado, en el que les hablaba de mi pertinaz resfriado aún en vigor, pero es lo único que me ocupa; por banales que puedan parecer mocos y tos, forman parte de lo más mío de mí mismo, lejos de los 1714 espejismos con los que la 'rentrée' intenta aturdirme. No les recomiendo guardar cama con una emisora como compañera; lo hice con Catalunya Ràdio y el remedio fue peor que la enfermedad, ya que te cogen con la guardia baja y tus decimillas, multiplicadas por 1714, pueden llevarte a delirios más propios de la absenta (licor del que proviene el absentismo laboral) que del Ibuprofeno. Me vi paseando por las avenidas de Pyongyang de la mano de Miquel Calzada, quien, sonriente, me cantaba las bondades geométricas y musicales de unas marciales juventudes cerúleas que interpretaban, polifónicamente, una montserratina versión del Jo te l'encendré.

Un triple de Gasol para la 'Roja' de básquet, otro récord de Márquez o un adjetivo de Rahola me despertaron, y fue entonces cuando De Gispert anunció que su buen Pujol comparecería, si 'Ell vol', el veintipico en el Parlament. Juan Carlos, desde un auricular de colmillo de elefante reciente abatido, le comunicaba al virrey: «'Tranquil', Jordi, 'tranquil', que este tiempo ya no es nuestro y para eso educamos a Felipe y a Artur». Y cuando Mas decía que sí y sí, Mariano se obcecaba en que no, que no y que no, que esto aún no tocaba. Junqueras, impasible el ademán, acababa de cazar su primer 'bolet' y así lo hizo saber urbi et orbi a través de su aparato.

Ideas y lógica compartida

Ya superado el fin de semana, la tremenda Terribas metió en boca del cineasta Huerga que la situación catalana era «revolucionaria»; el buen hombre, autor de imágenes sobre las cuales reinarán las voces de Pep Woody, se limitó a apostillar que su peli no quería ser política. «Claro, claro», zanjó Mònica, quien, tras un debate en el que todos los tertulianos estaban de acuerdo en todo, cedió la palabra a las señoras Forcadell y Casals, quienes, con modesta prosodia, salmodiaron que contra el entusiasmo catalán no pueden alzarse leyes españolas.

Si algo me ayudó a superar el resfriado, fueron unas líneas de la página 117 del libro 'Imitació de l'home' de mi lúcido amigo Ferran Toutain. Traduzco del catalán: «En lugar de concebir ideas propias desde una lógica compartida, el individuo poco considerado concibe ideas compartidas desde una lógica propia. Recita lo que ha oído y se desentiende de si lo ha comprendido bien y si es o no razonable, y cuando se le hace notar algún defecto de hilación en las argumentaciones que repite mecánicamente, responde que aquella es su manera de pensar y da su dictamen por definitivo».