La clave

Indefensos

El último ciberataque masivo debería hacernos reflexionar sobre nuestra vulnerabilidad en la red y los riesgos de renunciar al soporte físico

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ENRIC HERNÀNDEZ

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El ciberataque masivo del viernes ciberataque masivo del viernesnos desvela una cruda realidad: que nuestra vida digital es perfectamente expugnable. Si grandes empresas de todo el planeta, todas ellas con sofisticados y costosos sistemas de seguridad, han sido incapaces de repeler la acometida de los ‘hackers’, ¿qué no podrían hacer de topar con nuestros modestos programas antivirus?

Para empezar, el secuestro mediante encriptación (‘ransomware’) de miles de ordenadores en medio mundo pone en tela de juicio el multimillonario negocio de la nube: los ingentes repositorios de información cifrada que por un módico precio almacenan nuestros recuerdos, documentos o bases de datos en cualquier parte del mundo. Un gran invento pensado para ahorrar en servidores y en papel, pero que, al condenar el soporte físico, nos deja indefensos ante los desaprensivos.

No es de extrañar, tras las sospechas de ‘tongo cibernético’ en la victoria electoral de Donald Trump‘tongo cibernético’ en la victoria electoral deDonald Trump en EEUU, que Holanda apostase por el recuento físico de papeletas, a la vieja usanza. Ni que muchos juzgados y tribunales redacten sus documentos en ordenadores desconectados de la red, por temor a que sospechosos, imputados y reos puedan piratear sus ordenadores.

La tercera guerra mundial se libra en la red, y cualquiera de nosotros puede ser una víctima colateral. Por mucho que pensemos que somos demasiado humildes como para atraer la atención de los ‘hackers’, sus pautas de actuación son imprevisibles, así como sus motivaciones. Quizá no aspiren a cobrar rescate por nuestras fotografías íntimas y documentos personales, pero sí a desestabilizar nuestras democracias y economías mediante ataques indiscriminados que nos afecten.

ALIENADOS POR LO VIRTUAL

La revolución tecnológica va tan deprisa que nos sorprende sin apenas cultura digital con que afrontarla. Solo importa la usabilidad del dispositivo, no si nuestros secretos están seguros en él. La pasarela de las redes sociales y la atracción enfermiza por la última aplicación móvil nos lleva a exhibirnos y a ceder nuestros datos a desconocidos, sin reparar en el uso que harán de los mismos. Alienados por lo virtual, corremos el riesgo de despreciar lo real.