tú y yo somos tres
Incorrectos, lúcidos y de culto
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
FERRAN MONEGAL
No se si ha muerto del todo Canal+, a pesar de haberle cambiado el nombre y llamarle ahora canal #0 de Movistar+. No voy a ponerme nostálgico evocando aquellas extraordinarias Noticias del guiñol -el mejor informativo que se hacía en la tele de finales de los años 90- o aquellas sesiones porno, las primeras en la historia del telehipódromo estatal, que muchos veían furtivamente con rayas incluidas, como si estuvieran espiando con delectación, apostados detrás de una cortina gradulux.
Pero digo que no sé si ha muerto del todo aquel mítico Canal+, porque de la nueva remodelación, y nuevo nombre, lo que sobresale en audiencia y calidad es lo que ya existía, es decir los Ilustres ignorantes de Javier Coronas, Javier Cansado y Pepe Colubi. Llevan ocho temporadas de éxito, con toda la relatividad de la palabra éxito, tratándose de un canal de pago que arroja una audiencia global del 0,22%. Los Ilustres... son el programa más visto de esta nueva ubicación, con el 0,62% de cuota de pantalla (el Leit motiv de Buenafuente está en el 0,17%). Y hay una razón por la cual son los primeros, los más vistos: su ejercicio -ahora semanal- se ha convertido en un programa de culto. Se reúnen los tres frente a una mesa -antes, en la Sala Galileo; ahora, en el escenario del Teatro Calderón- y parece que desbarran.
Parece que salen a soltar la primera broma despendolada que se les ocurre. Pero no es así. Aún admitiendo el desbarre como animal de compañía, es un debarre lúcido. Trabajado. Construido a partir de golpes heterodoxos, llenos de herejías. La incorrección es su baza más superlativa. La otra noche, en su debut en #0, les pusieron como adorno una cebra de cartón, a tamaño natural. Pepe Colubi la miró fijamente y exclamó: «Esta cebra es una negra con rayas blancas, como Whitney Houston». O sea, no rozando, sino entrando de lleno en la incorrección más hiriente, chirriante y absoluta. Esa noche Javier Coronas preguntó quien era el personaje más ilustre que ha existido. Y el propio Coronas dijo: «Para mí, el más ilustre fue mi padre. Yo estaba enganchado a las sustancias, y mi padre, para quitarme la droga de la boca, se hizo drogadicto». O sea, siguiendo con lo corrosivo.
«Esto es como La clave, pero con mala leche / Cambiemos de nombre. Laxantes ignorantes sería estupendo»,cantaban al éter como los niños de San Ildefonso cantan la pedrea de la Lotería. Y un público fiel rompía a aplaudir, agradecido.
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