El nuevo Parlament

Incertidumbres políticas

La presencia de grupos parlamentarios tan heterogéneos, como el de JxC, lleva a intuir una ardua acción de gobierno

4-1-2018

4-1-2018 / Nualart

JOAN SUBIRATS

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Uno de los elementos que más destaca en el escenario político catalán (y con menor intensidad en el español) es la sensación de cambio. Como dice Berta Bartet en Politikon, “La volatilidad es alta, los cambios de posición de los partidos constantes y cada elección parece definir un escenario diferente”. Lo cual contrasta con la lectura que se ha hecho de las elecciones del 21D en el sentido de considerar que “nada ha cambiado”.

Lo cierto es que si preguntamos a, por ejemplo, Carles Campuzano que lleva siendo diputado en el Congreso ininterrumpidamente desde 1996, probablemente no responderá con un “todo sigue igual”. En estos años ha visto desaparecer la representación de UDC en su grupo parlamentario, ha cambiado de nombre tres veces y ahora no sabe muy bien que sucede con su partido, el PDECat, en el seno de la lista que ha pergeñado Carles Puigdemont al margen de las opciones que Marta Pascal o el propio Artur Mas defendían hace solo unas semanas.  

Aparición y desaparición de partidos

En estos 37 años de autogobierno en Catalunya, hemos visto aparecer y desaparecer a diversos partidos en sede parlamentaria. Algunos muy fugaces (como el PSA, el CDS o Solidaritat Catalana), otros más pertinaces (como UDC), pero lo cierto es que la aceleración de las transformaciones del sistema catalán de partidos en los últimos años ha sido notable. Empezamos con pluralidad (seis grupos parlamentarios en 1980), seguimos con bastante continuidad (cinco grupos parlamentarios en la mayoría de legislaturas) y hemos acabado otra vez en una mayor fragmentación (siete partidos con representación parlamentaria).

Pero, al margen de la composición del Parlament, lo cierto es que la movilidad entre lo que hoy calificamos como bloques ha sido significativa. Los trasvases entre CiU y ERC han ido siendo evidentes, pero desde 2012 ha ido ganando mas ERC que CiU en ese trasvase.  La aparición en sede parlamentaria de Ciudadanos consigue romper fidelidades bien asentadas en el sector no nacionalista, atrayendo votos de PP, de PSC e incluso de ICV o ahora de En Comú-Podem.

La movilidad entre lo que hoy calificamos como bloques ha sido significativa en los 37 años de autogobierno de Catalunya

Si bien en Catalunya los analistas políticos han ponderado siempre la existencia de dos ejes de conflicto o de posicionamiento, el de derecha-izquierda tradicional, y el nacionalismo-no nacionalismo (ahora independentismo-no independentismo), lo cierto es que la intensidad de cada eje ha sido distinta en cada momento histórico. La hegemonía transversal de la concepción catalanista por encima de la independentista permitía que durante muchos años el dilema se situara en el eje derecha-izquierda. A partir de la reforma frustrada del Estatut y de sus bien conocidas consecuencias, el eje independencia-no independencia ha ido reforzándose hasta el punto de difuminar aparentemente el conflicto social expresado en las variantes derecha-izquierda.

Los porcentajes de votos

En cada elección celebrada desde 1980 el porcentaje de votos obtenidos por CiU-ERC y otras fuerzas nacionalistas sobre el total de los votantes, oscila entre el 40% en 1980 al 47,5% actual, pasando por una cifra record del 54% en 1992. Si lo medimos sobre el total del censo y no sobre los votantes, el record es el 38,7% en estas últimas elecciones. Pero también los no independentistas (o no nacionalistas) han obtenido su mejor cifra ahora, con un 43,2% del censo. Evidentemente estas cifras son simplificadoras.

La amalgama de votos recogidos por JxC o por C’s, en clave polarización entre bloques, hace difícil trasladar los resultados al eje derecha-izquierda. De hacerlo, atribuyendo a ambas formaciones lo que serían sus señas de identidad más arraigadas en clave económico-social, lo que diríamos es que las “derechas” han obtenido el 51’3% de los votos y las “izquierdas” un 47’3%. Pero, si examinamos la escala de autoubicación ideológica de los que se declaraban votantes de JxC en la encuesta del CIS de 23 de noviembre del 2017, observaremos que su ubicación es notablemente más a la izquierda que la que tenía tradicionalmente CiU, y lo mismo ocurre, pero en mucha menor medida, entre los votantes de C’s que están más a la izquierda que la derecha tradicional del PP. Sin olvidar tampoco los injertos democristianos presentes en el grupo socialista.

Lo que se avecina pues, no es solo un lío monumental en torno a cómo conseguir la investidura de un presidente de la Generalitat y de un Govern que permita volver a una situación de cierta “normalidad” (siempre con el permiso de los procesos judiciales en marcha), sino también en relación a qué hoja de ruta seguir y qué dinámicas de aprobación de leyes y de medidas de gobierno puedan plantearse en el seno de grupos parlamentarios heterogéneos. Y ello es especialmente claro en el caso de JxC, con gran pluralidad interna, poca experiencia política directa de muchos de sus diputados y diputadas y con un liderazgo indiscutido pero ausente.