El comercio y la recuperación económica

El impacto del 'black friday'

La economía necesita el empujón del consumo navideño que puede empezar ya este 'viernes negro'

JOSÉ ANTONIO BUENO

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No tiene sentido resistirse, las fiestas norteamericanas están aquí para quedarse. Halloween ha ganado a la castanyada, el día de la marmota lo conocen muchos más niños que la Candelaria y por eso mismo el día de Acción de Gracias comienza a sonarnos bastante al igual que su día después, el black friday. Además de la influencia del cine y la televisión hay un claro motivo comercial, podemos comenzar la campaña de Navidad antes y sabido es que consumimos más alegremente en modo navideño.

Esta colonización cultural no debe sorprendernos pues a nuestros Reyes Magos hace tiempo que los arrinconó un tal Papá Noel, que en su configuración actual (vestido de rojo) es un invento de Coca Cola al cruzar un tierno personaje finlandés que podemos visitar en Rovaniemi con el noreuropeo San Nicolás de Myra, o hemos dado por buenos los días del padre, de la madre o de los enamorados, inventos de unos grandes almacenes norteamericanos que hemos hecho nuestros sin pestañear. Son los peajes de la globalización, los que hacen que tuiteemos whatsappemos sin parar a pesar que podríamos piar o decir hola (más o menos lo que quiere decir what's up, base del juego de palabras de la famosa aplicación de mensajería).

Si nos ponemos sublimes y sociales deberíamos decir no al consumismo y que viva la austeridad, lo mismo que defenderíamos el caga tió ante tanta colonización yanqui. Este año tal vez toque ser más flexible y considerar que lo social será consumir. Los grandes almacenes anuncian una campaña de Navidad como las de antes, contratando empleados e incluso ofreciendo créditos para poder comprar más y mejor…, hagámosles caso. Es la única manera de que esto mejore, perdiendo los miedos y comenzando a comportarnos como antes, comprando turrón, cava, regalos…, todo sin perder la cabeza.

Es verdad que hay un paro insoportable y que ser pobre ya no viene asociado a cuadros previos de marginación, simplemente muchas personas no llegan a fin de mes aunque tengan trabajo. Hoy en día todos podemos tropezar y caer en la pobreza. Pero no consumiendo no seremos más solidarios. Seamos solidarios contribuyendo a llenar los bancos de alimentos o participando en los cientos de campañas que se lanzarán en estos días. Pero también perdiendo el miedo y la vergüenza y empezando a consumir con normalidad porque la sociedad lo necesita. Esta campaña de Navidad parece que generará empleo, varios cientos de miles de puestos de trabajo. Es verdad que será un empleo temporal y que se colocarán pocos ingenieros biomecánicos y menos astrofísicos, pero será empleo a fin de cuentas. Nuestro consumo, responsable, contribuirá a que muchas personas tengan ocupación al menos unas semanas. Consumir también es ser responsable, que nadie nos acompleje. No cambiaremos la sociedad, pero ayudaremos a que sea un poco mejor.

La recuperación de la economía española es lenta y frágil. Arrancó dependiendo de unas exportaciones que está por ver si continúan ante el más que probable parón de las economías europeas, tuvo un empujón en la campaña de verano más llena de turistas que nunca y ahora necesita otro en una campaña navideña que tampoco pasa nada si comienza en un viernes negroen lugar del puente de la Constitución. Cuentan que el black friday recibe este nombre porque era el momento en el que los comerciantes americanos comenzaban a teñir sus números rojos en el negro del beneficio. Nuestra sociedad es justamente lo que necesita, olvidar los números rojos y comenzar a pensar en positivo. Si asumimos que el pavo, made in América, es comida navideña ¿por qué no encender los adornos navideños el cuarto viernes de noviembre (el black friday) y despertar así nuestro ímpetu comprador?

La recuperación de la economía española, y de la europea, no es nada sencilla. Vivimos en una sociedad saturada a la vez que abrimos una terrible brecha de injusticia y separación entre los que más tienen y los que menos. Nuestro modelo no es ni puede ser el de los países emergentes sino el de la Europa rica. Pero cada paso que damos cometemos errores que nos vuelven para atrás. Los años de prosperidad de la economía española también han sido los que han sembrado la semilla de la diferencia y la corrupción. Tenemos que avanzar rehaciendo el sistema, pero no dinamitándolo para enrasar por abajo. El consumo militante no encaja muy bien con nuestro carácter tal y como demuestra el escaso ecoactivismo de nuestra sociedad porque somos bastante comodones. Pero ahora es muy fácil, toca consumir sin falsos remordimientos, y eso lo sabemos hacer. Y quien vea superficial argumentarlo, que gaste su presupuesto navideño en un banco de alimentos. Lo que no vale es no consumir y tampoco ayudar. Movilicémonos por una vez.