tú y yo somos tres

Impacto barba

FERRAN MONEGAL

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Dicen los eurofans, con mucho orgullo, que el Festival de Eurovisión está más vivo y más fuerte que nunca porque lo siguen más de 100 millones de espectadores. Es un argumento. Pero probablemente se conseguiría una audiencia parecida si todas las TV públicas de Europa emitiesen en cadena, simultaneamente, una 'Operación Triunfo', un 'Master Chef', o un 'Mira quien Baila'. O sea, que para masificar el consumo de un producto la clave radica más en la distribución intensiva, que en la calidad de lo que se oferta. Europa es un continente ancianito. Hemos pasado de kindergarden a gerontogarden. Y es bien conocido que el consumo televisivo aumenta con la edad de manera tremenda. Los sabios que manejan el negocio de Eurovisión saben que, antes que la música, el espectáculo es lo primero que hay que conseguir. Y que un buen impacto despierta, y entretiene. El impacto de la barba de la austríaca Conchita Salchicha (Wurst) ha sido un golpe escénico perfecto. El arte y la atracción social por la mujer barbuda se descubrió en Europa en 1631 cuando José de Ribera El Españoleto pintó a la napolitana Magdalena Ventura. La pintó con una barba colosal. La de su marido, a su lado, era una birria. Pueden contemplar este cuadro si viajan a Toledo: está colgado en el Museo Hospital Tavera. Han pasado casi 400 años de aquello, y ahora la austríaca Conchita sale también con su barba, pero además de ese impacto nos ha dado otro plus: cantó fenomenalmente su tema sobre el Ave Fénix. O sea que el cóctel ha sido perfecto: a su golpe de hirsutismo añadió buena canción y buena voz. Triunfo merecido. Polonia también buscó el impacto sacando unas pastorcillas muy alegres. Mientras unas cantaban, otras nos enseñaban sus robustos frontis arrodilladas en plan lavanderas. ¡Ah! Las turgentes delanteras eran perfectas, pero el tema musical era enclenque. O sea que no consiguieron el triunfo, pero se han ganado, eso sí, el apelativo de 'Pastorcillas polacas calientes', que es un título muy hermoso y familiar: nos recuerda las ingénuas películas de Conrad Son, nuestro gran cineasta porno.

La española Ruth Lorenzo cantó bien. Y el tema era bueno. Pero no hubo impacto en su actuación. A estas alturas eso ya deberían saberlo en TVE. Tomen nota, por ejemplo, de lo que hacen en 'Masterchef' para tener éxito: mantienen en el concurso a la vegetariana Célia solo por el impacto de ver cómo sufre cuando le mandan que cocine morro de cerdo.