La rueda

Ilusionados, ilusos y sofistas

Los colectivos sometidos acostumbran a desarrollar un característico síndrome de dependencia

Imagen de la manifestación de la ANC en el paseo de Sant Joan de Barcelona, en la Diada del 2016.

Imagen de la manifestación de la ANC en el paseo de Sant Joan de Barcelona, en la Diada del 2016. / periodico

RAMON FOLCH

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Muchos esclavos de los estados sudistas desconfiaban de los yanquis abolicionistas. A lo sumo, deseaban tener amos amables, no aspiraban a convertirse en personas libres. Solo conocían la servidumbre. Aceptaban un orden fatal que los condenaba a la sumisión. Lo mejor, pues, era la benevolencia del amo. Es más: ¿qué harían con la libertad, si no sabían ejercerla?

La mayoría de los judíos de los guetos nazis creían que los 'kapos' eran de los suyos. Los colectivos largamente sometidos suelen reaccionar así. Desarrollan un síndrome de dependencia característico. Hasta que algunos reaccionan y revierten la tendencia. En la proclama de la Junta Tuitiva de la Intendencia de la Paz, protogobierno boliviano formado en 1809, se decía: «Hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez que se nos atribuye por el inculto español, sufriendo con tranquilidad que el mérito de los americanos haya sido siempre un presagio de humillación y ruina».

Los catalanes ni somos esclavos, ni vivimos en gueto alguno, ni constituimos formalmente ninguna colonia. Pero sufrimos esclavizantes limitaciones deletéreas en nuestra capacidad de decisión colectiva. En cualquier caso, reaccionamos a menudo con la pusilanimidad que denunciaba la Junta Tuitiva. Algunos de nosotros depositan más esperanza en el cambio de España que en el futuro de Catalunya, como si los males que se trata de combatir mostraran algún signo de reversión.

Cabría preguntarse si semejante actitud no es «bastante parecida a la estupidez». El artífice del problema nunca aporta la solución. La incertidumbre de la independencia no basta para resignarnos con una pobre mejora ilusa o sofista de ese pasado de sumisión que es aún nuestro lamentable presente. Por encima de todo, debería preocuparnos lo que decidamos resueltamente hacer. Y creer en ello.