Ideologías

«Las ideologías terminan mal, no sirven. Tienen una relación o incompleta o enferma o mala con el pueblo. En el siglo pasado terminaron en dictaduras. Piensan por el pueblo, no dejan pensar al pueblo…». Sorprendentemente, estas contundentes declaraciones fueron pronunciadas por el Papa. El representante de la Iglesia católica. La religión que enfrenta la fe a la razón. La que, durante siglos, originó guerras, impuso fronteras y marcó el destino de los pueblos. De hecho, algunas de las ideologías que «acabaron mal» trataron de romper su poder, enfrentarse a su dominación y al yugo que para muchos, también los más desfavorecidos, supusieron los abusos de los representantes eclesiales.

Más allá de la amnésica contradicción que encierran las palabras de Francisco, resulta imposible meter en un mismo saco fascismo, comunismo, socialismo o anarquismo, y señalarlos con el epígrafe de ideologías inútiles o perversas. Que algunas de ellas hayan derivado en totalitarismos tan solo nos habla de nuestras dificultades para enfrentarnos a la codicia, el egoísmo, el afán de poder y la intolerancia frente a los cambios o la diferencia. Pero, ¿qué posibilidades de conseguir una sociedad más justa tendríamos sin renunciáramos a tratar de vertebrar sistemas que nos permitan construir un mundo mejor? Que algunos crean en la vida eterna no es motivo para que la humanidad desista de tratar de mejorar la vida aquí y ahora.