monólogos imposibles

I can't get no (Satisfaction)

dominical 603 seccion barril mick jagger

dominical 603 seccion barril mick jagger / periodico

JOAN BARRIL

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Las letras de mis canciones tal vez no son tan buenas como las de Leonard Cohen Bob Dylan, pero están pensadas. Eso es lo que tuve que hacer hace unas semanas con mis primeras declaraciones ante el suicidio de mi novia, L’Wren Scott, mi amante y mi mejor amiga. Le dije a la prensa que esa muerte me había dejado devastado, como si la desaparición de L’Wren hubiera sido un tifón tropical. Me pregunto ahora si L’Wren será la última de mis compañeras. Ya tengo 70 años y la edad también me está devastando a mí. Estoy llegando a ese tiempo en el que las mujeres no nos ven porque acabamos siendo trasparentes. Creemos que nos miran, pero en realidad siempre están mirando a algún tipo joven que está detrás de nosotros. Nadie se quiere liar con una pieza de arqueología. Y eso soy yo ahora mismo, devastado pero también erosionado, como una estatua de faraón en medio del desierto.

De pronto, a raíz de la muerte de L’Wren, han aparecido extraños contables. Hay quien me atribuye haberme ido a la cama con 4.000 mujeres. Alguno se atreve a ir más allá y mete en el mismo saco los escarceos que tuve con David Bowie. Para consolar a Angie Bowie, que nos pescó en la cama, le compuse una bonita canción que sirvió para la campaña de Angela Merkel y que se titulaba 'Angie'. A veces me pregunto si hubiera escrito las canciones que he escrito de no haber sido un tipo tan promiscuo. Desde la jovencita Marianne Faithfull hasta la adorable Jerry Hall Bianca Pérez Morena de Macías, que me dio mucha felicidad a cambio de mi apellido. Salir conmigo era un escaparate para muchas, pero eso no libró a L’Wren de la ruina y del suicidio. A veces el escaparate también me ha servido a mí. Fue cuando le birlé la novia a Eric Clapton, una pieza de porcelana de voz dulce y de ojos como berbiquís, se llamaba Carla Bruni y un día se fue a hacer de María Antonieta al trono republicano de Francia.

Nunca he sabido si todavía soy un niño o si nací adulto. Vi la muerte muy de cerca cuando Brian Jones apareció flotando en la piscina de su granja de Sussex. Brian había sido uno de los fundadores del grupo, pero acabamos despidiéndolo y eso, para él, fue como matarlo. Incluso en un grupo de cinco hay que mantener la jerarquía. Y también la soledad, que es la fuente de toda inspiración. La banda ha de tomarse unos meses sabáticos y luego, cuando se trata de hacer dinero, se monta de nuevo una gira y el mundo vuelve a dar vueltas en torno a unas piedras de cantos rodados.

Después de todo, soy un superviviente. De los Beatles ya solo queda la mitad. Los sociópatas y los ladrones acabaron con dos de ellos. Ahora soy 'sir' y mis morritos todavía son un símbolo de un chico malo que, para ennoblecerse, se prestó a que le llamaran “su satánica majestad”. Ni siquiera Satán ha podido salvar a L’Wren. Cuando un diablo cae, hasta parece que el bien se instale entre nosotros. Desde el cielo del olvido 4.000 cuerpos me contemplan mientras yo voy recordando que nunca podré conseguir la satisfacción ni siquiera de mí mismo.