Pequeño observatorio

El humor es a veces saludable

El trabajo de los humoristas se basa en la capacidad de síntesis

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Me he parado en la página 6 de este diario. He encontrado inmediatamente lo que buscaba: el dibujo de Ferreres.

Humor, ironía, agudeza... De acuerdo. Pero lo que me tiene atrapado, de sus dibujos, es la calidad de los retratos de los personajes. ¿Son caricaturas? Sí o no. Encontramos caras, es verdad, pero Ferreres hace hablar a esas caras. Josep Maria Cadena, que es un estudioso de los históricos dibujantes catalanes -ya ha publicado ocho volúmenes- un día tendrá que enfrentarse con el fenómeno Ferreres.

Dicho esto, me atrevo a entrar en el mundo multiforme del humor.

El humor -con la ironía- se basa en muchos casos en la capacidad de síntesis. Tanto los trazos sobre papel como en el uso de las palabras, en una conversación como en un teatro. Un caso muy especiales es el del popular Joan Capri.

EL BUEN HUMOR

Un día yo estaba a su lado, en las bambalinas de un teatro, y él se resistía a salir al escenario. El público lo reclamaba. Entonces le di un empujón y en cuanto se asomó los espectadores hubo una gran risa. Existe el humor satírico, el humor irónico y el buen humor. Hay gente afortunada que siempre está de buen humor. También hay personas que, quizá genéticamente, no está dotada para el humor o por sus matices. Me parece comprensible. Osaría a decir que la sensibilidad por el humor es un hecho personal, como la sensibilidad por la música o por los paisajes.

Atención a quien dice, refiriéndose a alguien, con discreción "Déjalo, hoy no está de humor". Quizá, más tarde, su humor será otro. Y no olvidemos que un poco de humor puede moderar, a veces, una excesiva pasión por la trascendencia.

Convendría recordar que en nuestros ojos, los ojos con los que vemos las cosas, tenemos un humor líquido.

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