Las elecciones europeas

Huérfanos políticos ante el 25-M

Lo mejor para Rajoy es que Rubalcaba siga al frente del PSOE porque no es una opción de cambio

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JESÚS LÓPEZ-MEDEL

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Hay ciudadanos, muchos, que siempre votan a los mismos partidos políticos. Lo hagan estos bien o mal, sean honestos o no, sean coherentes o mentirosos compulsivos. Da igual. Son los nuestros. Además, no pocos son anti y lo que quieren, sobre todo, es que no ganen los contrarios.

Otros, aunque sean menos, en 35 años de democracia han variado su opción. Aunque en alguna ocasión pudieron confiar en un partido minoritario o votar en blanco, la mayoría de las veces quienes cambiaron de opción votaron por una de las dos fuerzas mayoritarias: PSOE y PP. Incluso gente que llegó a apoyar la inicial etapa de Felipe González se sentiría después decepcionada por un final muy triste de escándalos. Al tiempo, el PP iniciaba un rumbo centrado que algunos apoyarían. Luego los dirigentes peperos cambiaron la deriva, o acaso les salió lo que llevaban dentro: gran derechismo y prepotencia. Una parte de sus votos emigraron… Igual que tras el fracaso de ZP.

Ahora, visto el panorama, muchos se sienten huérfanos políticos y se abstendrán. A la decepción, desde hace años, hacia el que podía ser el partido más cercano se suma un sentimiento muy distante hacia el partido que debería suponer, en principio, la opción de cambio.

Son muy severas las críticas que merece el partido gobernante, tanto por la gravedad del retroceso democrático y los recortes sociales con la excusa de la crisis como por la mentira constante y el fango de la corrupción en la que está instalado. Ante eso, en principio la alternativa de poder sería el PSOE. Pero, lamentablemente para muchos que creemos en la alternancia, decir que este partido representa ahora el cambio provoca una carcajada: ¿el PSOE actual es un partido de cambio real respecto del PP? Es irrisorio. Y repito: desgraciadamente.

Aunque quiera sobreactuar, teatralizar o acentuar algunas diferencias, el comportamiento de esta opción ante los grandes asuntos es semejante al de su supuesto contrario. Su estilo en cuanto a la corrupción es evidentemente muy parecido. Junto a la presencia escandalosa del campeón Blanco en las listas europeas (absuelto a cambio de la absolución de uno del PP), la permanente sangría de la ética en Andalucía lo equipara al PP. Su posición sobre la demandada reforma electoral es también la misma. La mentira y el cinismo con que actúa es semejante, y pone sus intereses por encima de los generales. Su funcionamiento es igual que el del PP. Es, actualmente, una secta cerrada que carece, igual que su contrario, de credibilidad, de ejemplaridad y de vitalidad social.

Pero el PSOE actual y el PP se necesitan. Particularmente se necesitan sus líderes. El PP perderá muchos votos, pero tiene la tranquilidad de que ni uno irá a su adversario. Por eso solo insiste en hacer llamamientos a su electorado tradicional. Habla de «fidelizar» a los votantes, lo que recuerda a las compañías telefónicas: te dan un caramelo y te atrapan con un compromiso, y en ese tiempo has de aguantar todo tipo de abusos.

Lo mejor para Rajoy es que siga Rubalcaba. Y para toda la corte que rodea a este sería importante obtener un buen resultado en los comicios europeos. Así, ellos mismos, con el líder que les protege, volverían a presentarse a las generales para seguir y seguir... Muchos que quieren el cambio de Gobierno en España y acaso votarían por ello en el futuro no pueden apoyar ahora a este PSOE.

Las opciones minoritarias no arreglan nada en estas elecciones. En el Parlamento Europeo quedarían muy diluidas. En las generales será interesante que grupos novedosos y menos contaminados entren y tengan voz (Ciudadanos) y otros refuercen mucho su papel: es el caso de UPD e IU, que deben ser claves en una etapa de ruptura del bipartidismo.

Esperemos a ese momento y a las primarias del principal partido de la oposición. Si el PSOE pensase en el futuro, debería dar un gran giro. Una mezcla de frescura y experiencia en labores de responsabilidad sería muy conveniente en quien pudiera asumir el rumbo. Eso si le dejan quienes ahora retienen el poder y cierran las puertas, las ventanas y hasta las cortinas.

Muchos ahora les darán la espalda, pues representan la mejor garantía de que no se erosione (desde el exterior) el PP. Pero desearán, preocupados por el grave deterioro de las instituciones democráticas, que el principal partido de la oposición se reoriente y cambie de estilo y líderes. Solo así podrá tener un presidente del Gobierno de España. Hemos tenido ya tres castellanos, un madrileño, un gallego y un andaluz. ¿Por qué no ahora alguien de Catalunya aliado con juventud de Euskadi? Sería muy bueno para estos territorios y para una integración de España más plural y sensible a esas identidades.

Pero ahora, nada. Rajoy loves Rubalcaba.