Ante el Día Internacional de la Mujer

Huelga de cuidados

No queremos un giro completo del mundo, solo equilibrarlo

El feminismo baja a la calle_MEDIA_1

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JENN DÍAZ

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Una de las movilizaciones propuestas para este 8 de marzo es la huelga de cuidados. La primera reacción siempre es, por supuesto, de desánimo: no hay huelga suficiente para concienciar a una sociedad demasiado dormida, demasiado cómoda, demasiado... machista. Pienso en esas dos horas y cuarto que le dedican más (al día) las mujeres que los hombres a las tareas domésticas y me digo que, adelante, huelga de cuidados.

Enseguida me doy cuenta de lo diabólico del 8 de marzo de todos los años, en el que concentramos toda nuestra energía y los hombres nos dan espacio en las charlas, nos siguen hasta las manifestaciones, dedican temas en los periódicos, se hacen eco las televisiones y todo el mundo se apropia del color morado. En realidad lo diabólico no es el 8 de marzo, sino el 9, cuando todas esas mujeres que habrán hecho huelga de cuidados tengan que reprender su trabajo desde donde lo dejaron, exactamente desde lo dejaron. Si dejaron la lavadora sin poner, tendrán el doble de ropa sucia. Si dejaron los platos sin lavar, fregarán el doble. Si no prepararon la cena a sus hijos, tendrán que hacer una bien rica para compensar. Otro año más, me doy cuenta.

No, señores, y sí, me dirijo a vosotros: el Día de la Mujer Trabajadora no es para nosotras, es para vosotros. No necesitamos que nos ayudéis en las tareas domésticas, ni que el día 8 de marzo nos sustituyáis. Necesitamos que estéis con nosotras, no a nuestra disposición. No queremos daros órdenes como si fuerais niños, no queremos recordaros las cosas que hay que comprar, ni queremos obligaros a tender la ropa. Tampoco queremos que nos ordenéis, ni nos recordéis, ni nos obliguéis. No queremos días diabólicos, ni queremos complicidades 

EL PRIMER DÍA DE OTRA HISTORIA

La huelga de cuidados puede ayudar a concienciar, pero solo si es el primer día de la historia de una convivencia que empezará el 9 de marzo. Si no, no estaremos abandonando nuestro puesto en los cuidados: lo estaremos aplazando para mañana. Parece que ocuparse de la casa, los niños y el trabajo –lo que llamamos también diabólicamente conciliación– es tarea de las mujeres, porque solo ellas saben cómo hacerse compatibles en sus múltiples facetas.

No queremos ser heroicas, ni quejarnos después de nuestra heroicidad. No queremos el protagonismo ni las cargas, es más sencillo: no queremos hacer huelga de cuidados, no queremos que vosotros os ocupéis de todas las tareas... queremos compartirlas. No estamos pidiendo con nuestro parón que a partir de ahora las cosas cambien y seáis vosotros quienes os encarguéis de los cuidados. Ni siquiera con un día de huelga, de inmovilidad total, recuperaríamos las horas de más que hacemos. No queremos que el mundo dé un giro completo y se vaya a lo opuesto. No queremos ser diabólicas. Solo queremos, señores, sí, va por vosotros, equilibrarlo. El día 7 y el día 9 también queremos vuestro compromiso. La lección de los cuidados nosotras la tenemos aprendida