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Hoy no ceno, que se fastidie el capitán

Edificio del Banc Sabadell en Barcelona.

Edificio del Banc Sabadell en Barcelona. / periodico

Jesús Rivasés

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En Madrid, la ciudad de "los rumores catastróficos" de Josep Pla, tras la euforia inicial por el 155 y el susto por el encarcelamiento de medio Govern, avanza la preocupación, el presidente israelí, Reuven Rivlin visita oficialmente España. En primer plano, el final de la escapada de Puigdemont y el futuro de Carme Forcadell. El gran temor es que los excelentes datos de la economía española -aumento del 3,1% del PIB, déficit por debajo del 3% y salida del Protocolo de Déficit Excesivo- sean flor de un día si las elecciones no despejan la 'cuestión catalana'.

El Banco de España, que gobierna Luis Linde, la AIReF (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal), que dirige José Luis Escrivá, las agencias de calificación y docenas de economistas advierten de los peligros de la situación para Catalunya y para España, aunque los nubarrones que se ciernen sobre el territorio catalán son mucho más sombríos. El aumento del paro en octubre en Cataluña -el 25% de toda la subida en España- y el mínimo aumento de afiliaciones a la Seguridad Social son nuevas señales de alarma. El goteo de empresas que dejan la Comunidad seguirá y se constata que la mayoría de las compañías del Ibex -incluidas las de origen catalán- ya no mantienen cuentas residenciadas en Catalunya. El PIB español puede verse afectado en 1,2 puntos en el 2018, pero el catalán en 2,7%, lo que lo dejaría al borde de la recesión.

Los diseñadores de la hoja de ruta independentista buscaban "generar inestabilidad política y económica" para forzar al Estado a negociar. Ignoraban, quizá, que se disparaban en el pie, que es lo que por ejemplo es la huelga convocada por la Intersindical-CSC, el sindicato minoritario que dirige Carles Sastre, condenado en su día por participar en el asesinato de José María Bultó. La huelga, el paro de país, tras el 1-0, aceleró la espantada de empresas. La próxima, si se confirma, enrarecerá más el ambiente económico. El aumento del paro en octubre habrá sido solo un anuncio. "Es la cultura de la ignorancia agresiva" de la que habla Salman Rushdie, que acaba de publicar nuevo libro.

Slomo Ben-Ami, exministro israelí de Asuntos Exteriores, profundo conocedor de España y de la situación catalana, acaba de escribir, en un artículo difundido por todo el mundo por la red de Project Syndicate, que  "el independentismo debe ahora mucho a los extravagantes sueños de grandeza de una élite". Los genios económicos -Pol Antrás, Xavier Sala, Jordi Gali y otros- que garantizaban la viabilidad económica de Catalunya no contaban con la salida de empresas y depósitos o el pinchazo turístico. El economista José Carlos Díez les ha recordado aquella frase de Schumpeter: "El modelo -el suyo- tiene una lógica estilizada, pero alejada de la realidad". Y quienes defienden otra huelga para acosar al Estado deberían refrescar una de tantas estupideces que decían quienes hicieron la mili: "Esta noche no ceno, que se (j...) fastidie el capitán", porque los que más sufrirán serán los trabajadores.