Editorial

Hong Kong quiere democracia

Hace una década el Gobierno chino ya empezó a socavar el acuerdo que garantizaba amplia autonomía a la antigua colonia británica

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La fórmula de un país, dos sistemas bajo la que Hong Kong dejó de ser una colonia británica para incorporarse a la República Popular de China en 1997 ha llegado al límite. Salvo en cuestiones de Asuntos Exteriores y Defensa, al pequeño territorio se le garantizaba una amplia autonomía, además de derechos como la libertad de reunión y de expresión inexistentes en el continente. Hace una década el Gobierno ya empezó a socavar las bases del acuerdo. Ahora, la decisión de que solo serán candidatos a las próximas elecciones (a celebrar en el 2017) quienes tengan el beneplácito de Pekín ha colmado el vaso de una población eminentemente joven y muy numerosa que salió a la calle el 22 de septiembre exigiendo democracia y no tiene ninguna intención de abandonarla.

Las autoridades chinas están acostumbradas a sofocar cualquier discrepancia y protesta sin que nadie les tosa. Lo han hecho en el Tibet, en Xinjiang y lo hacen diariamente en el ciberespacio, pero Hong Kong es otra cosa. Con su centro financiero y comercial, es uno de los grandes escaparates del dinamismo económico del país. En un mundo donde la comunicación es instantánea y viral sería un grave error sofocar la rebelión a la brava repitiendo lo ocurrido en Tiananmen en 1989. Más todavía cuando la solución es facilísima. Se trata tan solo de que Pekín respete los acuerdos que firmó con gran pompa hace menos de dos décadas en los que reconocía a la antigua colonia británica un sistema democrático.