Hojas de ruta, metas inciertas

ENRIC HERNÀNDEZ

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Más allá de la disputa sobre si el independentismo debe concurrir a las elecciones en una o varias listas, e incluso sobre la cuestión de fondo --quién debería liderar el 'procés' y quién hacerle el pasillo--, la pugna entre Artur Mas y Oriol Junqueras ha dejado en un segundo plano incógnitas de enorme relevancia a las que ni el líder convergente ni el republicano han dado respuesta.

En sus respectivas hojas de ruta hacia la independencia, ambos parten de un múltiple acto de fe. Según Mas, la causa soberanista solo triunfará si la apoya la comunidad internacional; y ello solo sucederá si de las urnas emerge un mandato democrático inequívoco; y tal cosa solo sería posible si una candidatura secesionista ganara las elecciones por mayoría absoluta... Junqueras comparte los dos primeros supuestos pero objeta el tercero: el mandato sería más amplio y democrático cuanto más plurales fueran los votos que recabara. Demasiados condicionales solo aptos para incondicionales.

Para empezar, la fe de uno y otro en las bondades aritméticas de una o varias listas carece de base empírica, por más que los sondeos inclinen la balanza del lado republicano. Otrosí, ¿dónde está escrito que Europa se rendiría a los pies del independentismo catalán por el mero hecho de que ganase unos comicios, a ojos de Bruselas "regionales"? ¿La UE presionó a David Cameron para que autorizara el referéndum en Escocia, o más bien para todo lo contrario? Desengáñense los engañadizos: los socios europeos, por intereses nacionales y comunitarios, todo lo más aconsejarían a España una salida negociada que conjurase la amenaza de secesión. Y, hoy por hoy, la nonata tercera vía concita escaso consenso en el frente soberanista.

Y vuelta a empezar

Aún mayor incertidumbre suscitan las metas fijadas por Mas y Junqueras: sin acuerdo previo con el poder central, erigir estructuras de Estado, elaborar constituciones o convocar referéndums nos abocaría, el primer día o al cabo de 18 meses, al mismo dilema del 9-N: romper con la legalidad --un conflicto de perniciosos efectos-- o gesticular desobediencias sin valor vinculante. Y vuelta a empezar.