Histórico

Lo que sería legendario es que alguien cumpliera algún día con la promesa de no hablar con los árbitros

Mateu Lahoz, en el Santiago Bernabéu

Mateu Lahoz, en el Santiago Bernabéu / periodico

SÒNIA GELMÀ / BARCELONA

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"Nosotros no hablamos de los árbitros”. Suena bien cuando se dice. Uno queda elegante. Se suele utilizar en contraposición a quien sí lo ha hecho y te sitúa en un plano superior. Ahí te mantiene, hasta que el colegiado te perjudica y te pone a prueba. Y entonces, pocos resisten a la tentación de pecar.

Resulta difícil ser coherente en el mundo del fútbol. Hubo un tiempo en que el Barça lo fue, pero llego Piqué y dinamitó el guion. Algunos consiguen ser firmes en su decisión, y otros, no tanto. Sergio Ramos es de los segundos. Como buen central, salió al corte ante las quejas de Piqué en su día y repitió reiteradamente que ellos de eso no hablaban. Concretamente, desde la última vez que pronunció la lapidaria frase hasta el domingo habían pasado 12 días.

EL RETINTÍN

Pero esta vez Ramos debió de considerar que el caramelo era demasiado goloso como para dejarlo pasar y después de su partido contra el Betis rompió su silencio arbitral. Pero no lo hizo para valorar a Mateu Lahoz -hubiera sido interesante saber qué opinaba de la jugada entre Keylor Brasanac- sino para sacar a pasear su ironía en referencia a la remontada del Barça ante el PSG. "Fue un partido histórico, en todos los aspectos", sentenció con sorna segundos después de recordarnos que él no habla de los árbitros. No solo rompe su regla sino que además subestima a la audiencia.

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El retintín utilizado por Ramos podría tener su punto de gracia si no fuera porque, minutos antes, Marcelo había utilizado la misma fórmula para calificar el partido del Barça en la Champions. Curioso que coincidieran en el mensaje, curioso que se les preguntara.

EL DEBATE DEL ÁRBITRO

Mientras en Francia aún reflexionan sobre cómo pudieron acobardarse los jugadores del PSG hasta el punto de combinar solo cuatro pases en los últimos siete minutos de partido, en Madrid siguen centrando el debate en el árbitro. Como por otra parte se haría en Barcelona, que aquí nadie está libre de culpa. La amnesia de una afición y la otra es similar. Los mismos que califican de escandaloso lo del miércoles pasan de puntillas por la no expulsión de Keylor. Y al revés.

Quedó claro, pues, que la fiesta del miércoles no solo se pagó en Riazor. La digestión ha sido difícil también en el vestuario del Madrid. Ramos salía de la ducha después de ser un día más el héroe de su equipo y, en cambio, el protagonismo se lo llevó la goleada del Barça cuatro días antes. Eso sí que es histórico, como legendario sería que alguien cumpliera algún día con la promesa de no hablar de los árbitros.