OPINIÓN

Híbrido

JOSEP-MARIA URETA

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Para los adictos a la tradición ferial de Barcelona, el mayor mérito del Salón del Automóvil es que aún se celebra. Parte de razón tienen: en el 2009 hubo que inventar forzados beneficios fiscales a empresas del Ibex para que lo patrocinaran. También gracias a esa época de restricción, desapareció la competencia inducida de un formato similar en Madrid, que ahora es de segunda mano. Pero tampoco Barcelona es plaza de primera, eso se queda para Fráncfort, París y Ginebra.

En Montjuïc habrá mucho público, por tradición, pero que tampoco mide ningún éxito. Este se mide por las novedades mundiales presentadas -las marcas y sus fábricas son globales- que serán muy contadas. En cambio, pese a que el gran público no lo perciba, el Salón de este año presenta una novedad interesante: espacios de demostración de cómo las nuevas tecnologías afectan a los usuarios del automóvil. La incorporación de nuevas prestaciones, ajenas a los fabricantes, que piensan en el conductor en un entorno a medio plazo -10 años- en el que la exigencia de eficiencia no solo será energética, también en la toma rápida de decisiones. Es curioso: Barcelona puede ser capaz de acoger al Mobile y al automóvil. Un híbrido, por seguir la tendencia del sector.