Estrategias oblicuas

Hay opiniones que no son respetables

El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, atiende a la prensa, el pasado octubre en Madrid.

El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, atiende a la prensa, el pasado octubre en Madrid. / vmo nip

IGNACIO ESCOLAR

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Una obviedad que conviene dejar clara: contra el dicho popular,no todas las opiniones son respetables. No es respetable el racismo ni elmachismo ni elfascismo¿ Por educado y cortés que se sea en las formas, no merece respeto alguno quien argumente que la mujer es inferior y tiene menos derechos que el hombre, o que la esclavitud debería estar permitida. Opiniones así afortunadamente son hoy minoritarias y marginales, pero no lo fueron en otros tiempos. La civilización y lademocraciaconsisten en parte en eso: en dejar atrás discriminaciones que en su momento fueron de lo más honorables para poner los derechos humanos y la libertad por encima de abusos y supersticiones con varios siglos de historia.

Decir que unhomosexual tiene menos derechos que un heterosexual tampoco es una opinión respetable. No debería serlo, no deberíamos tolerarlo, por mucho que haya una larga tradición al respecto y que incluso hoy sean minoría los países que no discriminan a sus ciudadanos por su orientación sexual. La homofobia, como el racismo o el machismo, no es aceptable en ningún caso: tanto cuando se trata de ejemplos evidentes hoy superados -como esa ley de vagos y maleantes que encarcelaba a los homosexuales- como cuando son discriminaciones más sutiles, como negar su derecho a formar una familia. Quienes argumentan que no están en contra de que los homosexuales se casen, pero que no lo llamen matrimonio, no están planteando un inocente debate semántico. Tras la palabra está el derecho: a laadopción, a lapensión de viudedad en caso de fallecimiento o a la herencia. Quieren arrebatar la palabra porque tras ella ha llegado la verdadera igualdad para estas parejas. Por eso fue tan importante la legalización delmatrimonio homosexual, por eso ha sido tan necesariala sentencia del Constitucional, aunque haya tardado siete años. Y por eso es indignante oír a todo unministro del Interior asegurar que la sentencia no le hace cambiar su rechazo a esta ley y su oposición frontal a que los homosexuales puedan adoptar.

Gesto a la galería

Tras las palabras deJorge Fernández-o las de los obispos, que se comportan como si el matrimonio civil fuese también suyo- no hay una opinión respetable. No es tolerable ladiscriminaciónni tampoco la hipocresía, esa tradición que consiste en tolerar la homosexualidad pero sin que se vea mucho; los homosexuales han adoptado y dado a luz a hijos desde mucho antes de que se reconociesen sus derechos. Y si el ministro quiere ser coherente, no vale con quejarse de que la sentencia no le gusta; ese gesto para la galería. Si está incómodo con la Constitución, que dimita. Él está ahí para que se cumpla.