IDEAS

¡Hasta luego, Lucas!

RAMÓN DE ESPAÑA

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¡Dios, qué pesadez, una nueva entrega de 'La guerra de las galaxias'! ¿Pero todavía estamos así, señor Lucas? ¿No se cansa usted nunca de darle vueltas y más vueltas a lo mismo desde hace 40 años? ¿No le da vergüenza sacar de la residencia de ancianos a Mark Hamill y Carrie Fisher para meterlos de nuevo en su rentable fabulilla intergaláctica? Y usted, señor Ford, ¿tanto necesita el dinerito? ¿Para qué? ¿Para gastárselo en esas avionetas con las que se estrella cíclicamente y que algún día le van a dar un serio disgusto?...

En fin, dejemos de ejercer de señor Scrooge -solo me falta pasar por delante de los cines donde se proyecta ‘El despertar de la fuerza’ farfullando “¡Paparruchas, paparruchas!”- y reconozcamos que nos irritan profundamente esos fenómenos masivos en los que no entramos ni con calzador. Millones de seres humanos no pueden estar equivocados, ¿verdad? Y si yo no me he rendido a la magia del universo Lucas es porque debo ser un cenizo con pujos de intelectual que aún no ha superado la muerte de Rainer Werner Fassbinder...

La verdad es que algo de eso hay. De hecho, si le tengo manía a George Lucas es porque formó parte de la generación más brillante del nuevo Hollywood -la de ScorseseSchrader Coppola- y no paró hasta cargarse el último movimiento adulto en la historia del cine norteamericano. Fue el más listo de todos, eso sí. Supo que el cine sería banal o no sería y que, en el fondo, con cosas como 'Taxi driver' 'American gigolo' ni se iba a ninguna parte ni se forraba uno. Lucas ha conseguido devolver el cine a su condición original de entretenimiento pueril, instalándolo al mismo tiempo en una barraca de feria de alta tecnología, y la inmensa mayoría del público se lo ha agradecido enormemente. Sin él nunca se habrían rodado todas esas absurdas películas de súper héroes que ahora constituyen el grueso de la producción de Hollywood: estamos ante un visionario de la peor especie que se propuso acabar con el cine como forma adulta de arte y lo logró porque su público quería quedarse a vivir en un parvulario galáctico.