Hamás, un paso que será insuficiente

Partidarios de Hamás protestan contra Abbás, ayer, en Rafah contra una década de bloqueo israelí.

Partidarios de Hamás protestan contra Abbás, ayer, en Rafah contra una década de bloqueo israelí.

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

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Tres décadas después de su fundación, la organización palestina Hamás, de ideología islamista, ha hecho público este mes un documento que en la práctica sustituye a su carta fundacional de 1988 y establece las líneas generales que guiarán su política en los próximos años. La nueva carta podría tener ciertas repercusiones en lo referente a las relaciones interpalestinas, si bien existen señales de que no será así.

En realidad, el contenido de la nueva carta representa al mismo tiempo un acercamiento a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y un alejamiento de la Autoridad Palestina, o lo que es lo mismo, de Fatah. Y, desde que se anunció en la noche del pasado lunes, e incluso desde antes, existen indicios de que no va a tener una repercusión significativa en el futuro de las relaciones entre palestinos.

El conflicto entre Hamás Fatah sigue su curso y aún está siendo ahora más intenso que en años pasados. Ya se agravó de manera notoria hace diez años, cuando los fundamentalistas se hicieron con el control de la franja de Gaza. Desde entonces ha habido infinidad de aproximaciones que no han conducido a ninguna parte puesto que se defienden ideas que no pueden conciliarse con respecto a la realidad de la ocupación.

HUELGA DE HAMBRE DE RECLUSOS

La misma huelga de hambre de reclusos palestinos lanzada por Fatah en abril es objeto de serias discusiones con Hamás y son muy pocos los prisioneros de Hamás que se han sumado a la iniciativa. Existen, además, otros conflictos que hacen que no sea viable una reconciliación a menos que cambien radicalmente los intereses de alguna de las dos organizaciones.

Si el lunes se anunciaba la nueva carta de Hamás, 36 horas después Fatah denunciaba que la policía de Gaza (es decir, de Hamás) había detenido, o citado en las comisarías, a más de 400 de sus cuadros, una acción que tiene su explicación en la actitud cada vez más beligerante de Fatah, que se ha recrudecido conforme se acercaba la visita que el presidente Mahmud Abás realizó a la Casa Blanca el miércoles.

Tenemos el problema de la electricidad y el problema del agua en Gaza. La Autoridad Palestina de Ramalah ha dejado de pagar las facturas a Israel de manera que los sufridos habitantes de la franja están experimentando cortes importantes en ambos servicios, como si no fuera suficiente lo que sufren con el bloqueo.

A esto hay que añadir que el Gobierno de Ramalah ha decidido recortar el salario de los funcionarios que perdieron su empleo hace diez años, cuando se produjo el golpe de Hamás, y que desde entonces habían estado cobrando el salario íntegro sin acudir a sus lugares de trabajo, algo que ya no puede ser. Aunque los más perjudicados son los propios funcionarios de Fatah, la medida también perjudica a Hamás puesto que significa la entrada mensual de mucho menos dinero en la franja.

Difícilmente puede haber una reconciliación interpalestina cuando Hamás no puede confiar en Abás, y mucho menos en la promesa de Trump de resolver la ocupación de Cisjordania y Gaza que dentro de un mes cumple medio siglo.