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Hacer posible lo necesario

JOAQUIM COLL

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El éxito de la cadena independentista no ha podido coger por sorpresa a nadie. No trato de quitarle importancia porque la acción de cientos de miles de personas organizadas de forma pacífica nunca puede ser despreciada. Pero no cambia nada. España como sociedad no está hoy en condiciones económicas, políticas ni sentimentales para aceptar una hipotética secesión catalana. Tampoco lo quiere la UE, donde los soberanistas no cuentan con ningún aliado. Lo reconoció la semana pasada el presidente del fatuo Consell de la Transició Nacional, Carles Viver, cuando adelantó que la consulta tendría que retrasarse más allá del 2014. De nada sirve apelar enfáticamente al principio democrático confundido en exceso con la voluntad popular de la mayoría al margen de otros principios constitucionales.

Lo cierto es que no hay ningún resquicio en el derecho internacional que permita emprender legalmente un proceso de secesión unilateral. Y sin pacto político, y sin reforma constitucional, no es posible tampoco una consulta clara e inequívoca. Ignorar o despreciar todo esto es un grave disparate. Y, una vez más, una irresponsabilidad de Artur Mas haber hecho creer a tanta gente que, en un abrir y cerrar de ojos, "si queremos, todo es posible".

No todo es culpa de los soberanistas. El nacionalismo español y la política del PP, antes y ahora, ha contribuido insensatamente a echar gasolina al fuego. Tampoco descubro nada si digo que estamos ante una crisis de Estado que solo puede encauzarse mediante un amplio proceso de diálogo para cambiar la Constitución. ¿Tiene altura de miras Mariano Rajoy para plantear al resto de fuerzas políticas algo así, aprovechando que en el PSOE encontraría un apoyo seguro? Hoy todavía no. ¿Aceptaría Artur Mas y CDC iniciar este proceso? También hoy resulta difícil. Los ciudadanos que ayer se manifestaron tendrán que constatar antes, para decepción de muchos, que no hay alternativa simple al bloqueo. Se ha de dejar atrás el encantamiento del 2014. En paralelo, Rajoy y Mas van a seguir hablando, pero cuesta creer que puedan llegar a un acuerdo de fondo que no convierta al segundo a ojos del independentismo en un  traidor.

Los próximos meses van a ser muy confusos. Por un lado, nuevos calentones nacionalistas para teatralizar la convocatoria de la consulta, pero sin recorrido real, en paralelo a la aprobación de los presupuestos con el apoyo de ERC. Por otro, vamos a asistir a una fabulación periodística sobre ciertas negociaciones que no van a concluir en nada. Por debajo, silenciosamente, lo esencial sería que a medio plazo los políticos -aquí y en Madrid- recuperasen el sentido de Estado para, en lugar de buscar apaños parciales, hacer posible lo necesario.