La rueda

¿Hacemos historia... o propaganda?

El independentismo es un cóctel en el que se ha obviado de forma expresa la ideología

EMMA RIVEROLA

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Desde hace un lustro, Catalunya vive cada día el presente como si quisiera cincelarlo en letras de mármol. Las ansias de dejar huella en la historia han provocado jornadas cargadas de épica pomposa. Desde el fetichismo de una pluma con la que se firmó un papel que ya ni recordamos a imágenes de inquietante simbolismo como la de los 400 alcaldes con las varas alzadas. La posibilidad de formar parte de esas escenas para la posteridad ha animado a cientos de miles de personas a participar en la celebración de las últimas diades. Cada una más compleja que la anterior, más escenificada y menos espontánea. El procés. Quizá es así como ahora se escribe la historia. Aunque también es posible que solo sea una estrategia para el consumo de un producto perecedero y con amplio margen de beneficio para algunos.

Es indudable que el procés ha logrado involucrar a millones de ciudadanos. De algún modo, aunque solo sea de forma emocional, ha satisfecho las necesidades de muchos. Frente a un presente oscuro y un futuro incierto, la independencia se ha presentado como el refugio en el que todo cabía. La igualdad y la prosperidad se han convertido en sus grandes eslóganes y al producto se le ha añadido un tanto de historia retorcida a voluntad, un poco de vanidad patriótica, un flamante diseño que esconde la ranciedad nacionalista y dosis ingentes de edulcorante. Un cóctel de ingredientes en el que se ha obviado, de forma expresa, la ideología. Hace unos días, CDC acusó a la CUP de anteponer el socialismo a la independencia. Y ese supuesto reproche quizá encierra el gran interrogante del procés¿es viable el triunfo de un movimiento político si no se sustenta en una ideología que lo vertebre? ¿Sin ideología se construye la historia o solo una sucesión de capítulos propagandísticos?