EL RADAR

Hace calor en verano

Los medios dedican mucho espacio a la meteorología pese a que no siempre es noticia

JOAN CAÑETE BAYLE

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Ya se habrán dado cuenta de que hace calor. Según informó este diario (y todos los medios), sufrimos una «extraordinaria ola de calor» que «puede competir por su excepcionalidad con las situaciones extremas vividas en julio agosto de 1991agosto del 2012 e incluso agosto del 2003, esta última recordada entre otros aspectos por el trágico repunte de la mortalidad estival». Y seguía el artículo: «la red principal de la Aemet, que incluye 111 observatorios con décadas de historia, solo ha registrado tres récords de temperatura absoluta: en Lleida (42,9º), la más alta en 75 años, así como los aeropuertos de Girona (41,2º), superando el récord del 2003, y de Granada (42,3º)».

Es decir, hace mucho calor, pero las altas temperaturas no son por el momento de récord y no están teniendo más efecto que ser el principal tema de conversación del momento junto a Grecia y al juego de las listas (y los listos) del proceso soberanista catalán. Lo cual lleva a la pregunta de si es noticia (de portada, de apertura de informativos, de grandes despliegues en páginas, minutos y conexiones en directo) que haga calor en verano. O, ya puestos, frío en invierno, porque los mismos despliegues en todos los medios se dan cuando nieva en diciembre y hiela en enero.

La información meteorológica interesa y fascina. En Estados Unidos hay canales de televisión dedicados íntegramente a ella, y aquí los hombres y las mujeres del tiempo en televisión gozan desde hace décadas de una gran popularidad. El tiempo, con sus imágenes del Meteosat, su sensación de calor y sus iconos de soles, nubes, rayos y centellas, es un tema estrella de conversación. Y ese es el principal argumento para informar de cada uno de los vaivenes del termómetro: un medio de comunicación, el periodismo en general, no puede vivir de espaldas a un fenómeno que interesa mucho a la sociedad a la cual y sobre la cual informa. Si la gente habla de ello, el periodismo también debe hacerlo, se batan o no récords.

Difícil de refutar esta afirmación (aunque no de matizar: hay muchos temas que interesan a los ciudadanos de los cuales los medios de comunicación informan poco, o tarde, o mal, o nada). ¿Es la información meteorológica, por tanto, siempre noticia? No, en puridad solo es noticia cuando tiene consecuencias (inundaciones, cortes de carretera, caos, colapsos, heridos, muertes...). Pero hay temas de los que los medios de comunicación informan aunque no sean noticia. Y el tiempo es uno de ellos, por eso cuenta con espacio fijo en teles, radiosprensa y webs y con mucha facilidad ocupa el lugar que pertenece a las noticias aunque no siempre lo sea. Entonces es cuando vemos reportajes de huevos que se fríen en el capó de un coche y las mil y una formas diferentes de fotografiar un termómetro urbano. No solo es cosa de los medios: los blogueros expertos en la materia son incontables.

Para el viejo periodismo de papel, la inmediatez digital también plantea retos en la información del tiempo. Antes de internet no había dudas: una espectacular tormenta de verano a las cinco de la tarde, aunque no generara inundaciones ni más desperfecto que algún árbol caído, era tema grande y probablemente foto destacada. Hoy no está tan claro: se trata de decirle al lector que nos leerá mañana que ayer hubo una tormenta que webs, teles, radios y redes sociales ya han desmenuzado del derecho y del revés. Cuando el tiempo es un tema de conversación y no noticia, aportar algo nuevo en las ediciones en papel cuesta, de ahí que se tienda al análisis y al costumbrismo. Tanto cuesta que informaciones similares, como los atascos de tráfico, ya son muy difíciles de leer en los diarios. No corre este peligro el tiempo, tema estrella sobre el cual la gente habla y consume información. No es, eso sí, un tema del cual la gente escriba: en Entre Todos aún no hemos recibido ninguna carta que nos diga que hace mucho calor este verano.