El tratamiento de las desgracias

Hablar del dolor ajeno

La historia de la rebelión contra el sufrimiento es larga y diversas han sido las causas invocadas para explicar su constante presencia entre nosotros

Pobreza infantil Rumania

Pobreza infantil Rumania / pa

ANTONIO SITGES-SERRA

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Leo en las notes autobiográficas de John Le Carré  ('Volando en círculos', Planeta), que el autor leyó o recordó en algún lugar de Graham Greene la frase "quien quiera hablar del dolor humano tiene el deber de compartirlo". Una frase-alimento para el pensamiento, que dirían los anglosajones.

La cuestión del mal y del dolor de la humanidad está ahí desde siempre, retándonos en un combate en el que siempre han llevado las de perder quienes se han enfrentado de cara. La historia de la rebelión contra el sufrimiento es larga, y diversas han sido las causas que han sido invocadas para su constante presencia entre nosotros: hay quien atribuye al Creador el escándalo del dolor del inocente; otros han visto en el poder el origen de todas las calamidades; otros en la propia naturaleza humana; otros en las desigualdades y la economía capitalista.

DICTADORES Y ARTISTAS

Con todo acierto decía Marcuse, una de las voces marxistas más aclamadas de los años 60, que la humanidad ya había alcanzado por entonces madurez económica y productiva suficiente como para desterrar la pobreza y el hambre y, sin embargo, las dictaduras comunistas de la época se encuentran entre las que más dolor han causado. Otros, en fin, resignados, dejan desfilar el dolor frente a sí asumiéndolo con pasividad oriental o, en el peor de los casos, simplemente ignorándolo e incluso culpando a quienes peor lo pasan. Unos pocos, los artistas de genio, tienen el privilegio de poder traducir la pena en obras con vocación de durar.

¿A qué se refería Greene cuando atacaba el diletantismo del escritor o del periodista dedicado a describir el espectáculo del dolor desde su despacho con una copa en la mano? Se refería, pienso yo, al deprimente género plañidero al que tantos y, sobre todo, tantas articulistas se han adherido en los últimos años. Todo comenzó con los 'reality shows', que muchos criticaron –no sin razón- por atraer a la audiencia con las desgracias ajenas, una cultura que ha ido permeando los medios de comunicación hasta hacerse moneda corriente.

LLOROS Y ESPECTÁCULO

El método es simple: se llora sobre el caso concreto y a continuación se generaliza sobre el infortunio de cientos de situaciones similares. Dejando aparte la deriva grotesca tipo Gran Hermano o similares, aquí me refiero a la sutil delectación de los medios en poner en primera página los rostros del dolor y convertirlos más en espectáculo que en noticia.

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No sé si vale la excusa de que es parte de su deber informar sobre los infortunios ajenos, por otra parte estructurales y sin (fácil) solución. No sé si vale la excusa de que así se remueven los sentimientos y se colabora a paliar el problema. Lo dudo. Acaso la ubicuidad de la desgracia desensibilice. Escribía Camus, quizá solo superado en empatía con los inocentes por Simone Weil, en 'El hombre rebelde': "Los niños morirán siempre injustamente, incluso en la sociedad perfecta. Como mucho, el hombre puede proponerse disminuir aritméticamente el dolor del mundo".

Más bien pienso que con tanta desgracia en portada, vuelve la divinidad de la izquierda que ya tuvo su momento décadas atrás y que para algunos dejó un valioso legado intelectual, pero eso habría que verlo. Todo habría que verlo.