Guindos, Montoro y todas las cuentas posibles

Una prórroga presupuestaria afecta todas las autonomías

JESÚS RIVASÉS

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La Comisión de Economía del Congreso de los Diputados colgó el cartel de “no hay entradas” para la comparecencia de Luis de Guindos. El ministro tenía que explicarse sobre el caso Soria y todos los partidos –excepto el PP- aspiraban a crucificarle en la plaza pública. El titular de Economía, no sin rasguños, salió airoso. Lo reconocían incluso miembros de la oposición. El lleno de la Comisión se convirtió en grada semivacía cuando, tras acabar con el asunto Soria, Guindos informó sobre la urgencia de presentar un plan presupuestario a Bruselas y la necesidad de aprobar un decreto-ley para recuperar el pago fraccionado del impuesto de sociedades y así paliar el hundimiento de los ingresos fiscales. Pues bien, acabado el pimpampum a Guindos por lo de Soria, el resto parecía no importar a sus señorías, incluido Pablo Iglesias. El futuro económico de España no parece despertar mucho interés, por mucho que “la falta de Gobierno ya pasa factura” como acaba de decir el propio Guindos. 

Casi al mismo tiempo, Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda, que ha tenido más de un rifirrafe con Guindos desde que llegaron al Gobierno, procura pasar inadvertido en los líos del PP, mientras pretende hallar la cuadratura del círculo para que las autonomías, asfixiadas económicamente por el bloqueo político, puedan avanzar en sus propias cuentas. La solución no es sencilla, porque Hacienda y algunas CCAA también discrepan en las soluciones y, además, algunos guardan escondidas sus mejores cartas. Todo se complica porque, si al final, hay que prorrogar los presupuestos generales de 2016 para 2017, algunas autonomías tendrán un problema añadido. La prórroga presupuestaria conlleva la bonificación al 100%, como ocurre en Madrid, del impuesto sobre el Patrimonio. La recaudación es pequeña, pero en Cataluña ronda los 400 millones de euros y 100 y 90 en Valencia y Andalucía.

Las complejas relaciones de los socios de Gobierno en algunas CCAA generan complicaciones añadidas. Por ejemplo, hay pactos PSOE-Ciudadanos en Andalucía; PSOE-Compromis, en Valencia; PSOE-Podemos, en Castilla la Mancha; o PP-Ciudadanos en Castilla-León. Susana Díaz, Chimo Puig, Emiliano García Page o Juan Vicente Herrera gobiernan gracias a ellos, pero el día a día no es un camino de rosas. Lo mismo ocurre en otras comunidades, desde Aragón a Extremadura. Pues bien, digan lo que digan, hay dirigentes autonómicos que, en estos momentos, prefieren una prórroga presupuestaria –también en sus territorios- antes que verse en la tesitura de tener que negociar partida por partida con los grupos que les apoyan y que, sin duda, elevarán sus exigencias con la amenaza de retirar su apoyo. Quedó claro en la comparecencia de Guindos.Todos los partidos están en precampaña, para formar o vetar un Gobierno o para la repetición electoral. El déficit, las pensiones y las cuentas autonómicas parece que pueden esperar, pero no es cierto. Ahora, son las cuentas imposibles y pueden complicarse todavía más.