LA CLAVE

La guerra sucia sale gratis

El cierre en falso de la investigación sobre la 'policía política', un escándalo de corrupción que transciende la 'operación Cataluña', constituye un fracaso de la democracia

Combo Josep Pujol Ferrusola, Jorge Fernández Díaz y José Villarejo

Combo Josep Pujol Ferrusola, Jorge Fernández Díaz y José Villarejo / periodico

ENRIC HERNÀNDEZ

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Con el solitario rechazo de los populares y la tibia abstención de los regeneracionistas de Ciudadanos, los votos de la oposición han logrado que la comisión del Congreso que investiga la ejecutoria de Jorge Fernández Díaz al frente del Ministerio del Interior concluya lo obvio: que, al menos en esa reciente etapa, se utilizó a la policía con fines partidistas, para beneficiar al PP y para desgastar a sus adversarios políticos. La investigación parlamentaria, si merece tal nombre, solo ha durado cuatro meses, y se ha contentado con cinco tristes comparecencias.

Nos hallamos, sin lugar a dudas, ante uno de los mayores escándalos de corrupción política de la democracia española. Porque tan corrupto es aquel que se apropia de fondos públicos como quien instrumentaliza en su provecho político las herramientas del Estado. Y exactamente eso, "obstaculizar la investigación de los escándalos de corrupción que afectaban” al PP y propiciar “la persecución de adversarios políticos”, es lo que hicieron las cloacas de Interior, según la mayoría parlamentaria. 

Es evidente que, entre los enemigos a batir, el PP identificó a los líderes independentistas, pero también lo es que luego la justicia hizo su trabajo: donde no había materia punible --las falsas cuentas secretas de Artur Mas y Xavier Trias-- descartó actuar. Pero el patrimonio oculto por Jordi Pujol y familia en Andorra, confesado por el patriarca y después documentado, no era ninguna invención.

UN PESTILENTE ENTRAMADO

La denominada 'operación Cataluña', aireada por el soberanismo a fin de legitimar su causa, no explica por sí misma la magnitud de este pestilente entramado. Siendo grave que hubiera existido una 'policía patriótica', aún lo es más que en efecto se constituyera una 'policía política': la Brigada de Análisis y Revisión de Casos (BARC), que elaboró informes secretos del 11-M, el 'caso Faisán' y la financiación de Podemos.

Episodios de guerra sucia del Estado que alarman con razón a la ciudadanía y, lo que es peor, quedan impunes, al menos políticamente. Desde esa óptica, el cierre en falso de la comisión de investigación constituye un fracaso de la democracia.