Los jueves, economía

Guardar los muebles

Es imprescindible un pacto nacional para hacer un recorte con profundas implicaciones en el modelo social

Guardar los muebles_MEDIA_2

Guardar los muebles_MEDIA_2

JOSEP OLIVER ALONSO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La situación económica internacional continúa presionando sobre los ajustes pendientes en nuestro país y la necesidad de reducir nuestras vulnerabilidades lo más rápido posible, algo imprescindible para poder absorber nuevos choques externos. Primero fue el práctico colapso griego, y el precipicio al que se acercó el euro las pasadas semanas. Después, la emergencia de posibles burbujas de crédito en importantes países emergentes y los crecientes problemas de la economía norteamericana. Y, ayer mismo, la brusca rebaja delrating de Portugal. En suma, una creciente acumulación de riesgos. Esperemos que esos nubarrones que se agolpan no terminen en tempestad. Pero, dado que no podemos intervenir en su solución, avancemos en aquello que nos atañe directamente.

Y algo hemos avanzado, aunque sea demasiado lentamente. Así, finalmente,Mariano Rajoy ha reconocido que el ajuste del Gobierno deZapaterova en la buena dirección, no sé si presionado por la señoraClinton,por el triste papel de sus correligionarios de Grecia y Portugal o porque se ve más cerca de la Moncloa. En todo caso, las experiencias helena y portuguesa parecen no haber caído en saco roto. En Grecia, la negativa de la oposición conservadora a asumir el acuerdo con la UE y el FMI ha aparecido como de una manifiesta irresponsabilidad. En Portugal, tampoco queda muy bien parado el nuevo Gobierno por su radical cambio de posición, pasando de prometer reducciones impositivas a imponer un nuevo impuesto, del 50%, sobre la paga de final de año.

En Catalunya, la situación es algo distinta. El Govern ha planteado un presupuesto fuertemente contractivo y, tras el apoyo del PSC a la investidura deArtur Mas, ha comenzado una negociación que parece que afectará sustancialmente a la ley ómnibus. Esta nueva fase de consenso parcial debería permitir acuerdos de mayor calado con el PSC, aunque no parece posible que, a estas alturas, tenga implicaciones en el presupuesto. Pero que no sea posible no quiere decir que sea menos necesario. Y ello tanto desde una perspectiva nacional, por la necesidad de velar por los intereses del conjunto del país, como desde la más particular de aquellos que defendemos un Estado del bienestar potente.

El consenso es más necesario que nunca, a pesar de que algunos sectores, con esa terca negación de la realidad que nos caracteriza, pretenden que el ajuste es transitorio, y que rápidamente regresaremos a la situación del 2010. Vana esperanza. Para que el lector pueda ubicar lo que nos espera, considere el caso de las universidades catalanas. En ellas, el recorte ya está generando importantes déficits en sus principales instituciones, que se van a prolongar hasta el 2013, de forma que no sería hasta el 2014 cuando el presupuesto se equilibraría. Pero la acumulación de déficits que se va a generar provocará, a partir de entonces, una nueva fase de ajuste para reconducir la deuda a valores sostenibles. Por ello, si, con los recortes de hoy, el presupuesto de las principales universidades se sitúa, en términos reales, en valores próximos a los del 2006, una vez haya terminado la reabsorción de la deuda generada estos años probablemente nos situaremos en niveles de gasto real de principios de la pasada década. En síntesis, más de 10 años de retroceso.

Es cierto que no todos los ámbitos del sector público van a experimentar los mismos recortes. Pero este ejemplo permite visualizar la profundidad y duración del proceso que afrontamos. Y enfatiza porqué es del todo imprescindible un gran pacto nacional sobre lo que debemos hacer, hoy y en los próximos años. No se confunda el lector. No estamos hablando de un ajuste transitorio, como el acordado en los pactos de la Moncloa, que permitió a los partidos firmantes romper el consenso un año más tarde. Estamos hablando, por el contrario, de un recorte estructural, de fondo, con profundas y duraderas implicaciones en nuestro modelo social que exige un pacto de gran alcance.

El ajuste se hará, sí o sí. Y, en el mejor de los casos, será profundo y dilatado. Aunque las cosas podrían ser peores, como ha venido a recordarnos la reciente crisis griega y, desde ayer, la portuguesa. La sociedad que saldrá de este proceso será, por ello, inevitablemente distinta. Pero el futuro no está escrito. Y se pueden imaginar distintas alternativas para ese momento. Podemos reducir drásticamente nuestro sector público, y adoptar el modelo anglosajón que tantos problemas nos ha creado. O, por el contrario, podemos hacer un alto en el camino ahora, recuperar fuerzas más tarde, y avanzar, a continuación, en el modelo social de los países del norte y centro de Europa. Países que, por cierto, se sitúan entre los más competitivos y con los estados de bienestar más extensos y profundos de la economía global. Estoy convencido de que, de poder elegir, la sociedad catalana se inclinaría por esta alternativa. Ajuste, sí. Pactado, también. Y, en el futuro, la esperanza de continuar avanzando. No todo está perdido.

Catedrático de Economía Aplicada (UAB)