'Grexit' esta vez es posible

Olga Grau

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Al Grecia no ha estado nunca tan cerca de salir del euro. Ni siquiera cuando el 1 de noviembre del 2011, la víspera del inicio de la cumbre del G-20 de Cannes, el entonces primer ministro Yorgos Papandreu, del socialista Pasok, anunció un referendum para someter a votación de todos los griegos el segundo plan de rescate de 130.000 millones de euros. La reunión de los países más poderosos del planeta, con el francés Nicolas Sarkozy de anfitrión, se convirtió en una maratón de reuniones de urgencia que terminaron por doblegar a Papandreu, que tiró la toalla y aceptó dimitir y retirar el referendum. La zona euro estaba a punto de estallar por lo aires, España, Portugal, Irlanda e Italia vivían al filo de los mercados.

A pesar de que han pasado más de tres años y medio, y la zona euro se encuentra más estabilizada, la ruptura de ayer entre el Eurogrupo y el Gobierno de Alexis Tsipras augura un desenlace fatal. El anuncio de Tsipras de celebrar un referendum el 5 de julio para que los griegos voten si aceptan el plan de recortes ha dinamitado cualquier posibilidad de acuerdo a dos días de que el país heleno suspenda pagos por falta de liquidez.

El Eurogrupo debía bendecir ayer un plan de reformas pactado entre Grecia y las instituciones (Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo y Comisión Europea) para extender el rescate griego hasta noviembre y desbloquear fondos de 15.500 millones, pero no hubo acuerdo. De haber habido fumata blanca, el pacto hubiera tenido que ser ratificado de urgencia por el Parlamento griego y, posteriormente, por el alemán. Tsipras sabe que en el Parlamento griego el plan no habría logrado el apoyo de la facción más radical de su propio partido, con lo que habría tenido que recurrir a la casta, como diría Pablo Iglesias: Nueva Democracia (76 escaños), Pasok (13), o bien la nueva formación centrista To Potami (17). Ahora, el escenario de un referendum el 5 de julio le ahorra a Tsipras un varapalo en su Parlamento, a costa de desestabilizar al país al máximo. Además, no queda tiempo. El Eurogrupo ha dejado claro que no aprobará la extensión del programa hasta el 5 de julio por lo que a día de hoy la suspensión de pagos de Grecia parece inminente. Y Tsipras no es Papandreu ni Syriza es el Pasok. Ahora hace falta ver que hará el BCE, que lleva semanas inyectando dinero a los bancos griegos mediante un mecanismo de urgencia que solo se puede activar cuando está el programa de rescate vigente. Es decir, si el BCE decide no mantener esta financiación, el corralito estará asegurado el lunes. La paciencia en Bruselas se ha acabado y ya solo se habla de Grexit. Malos augurios y turbulencias aseguradas.