Editorial

El Grec cierra con éxito artístico y popular

El festival debe mantenerse como un referente inexcusable de la modernidad y la exigencia artística

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Un festival de la magnitud del Grec no debería calibrar su éxito exclusivamente de acuerdo a unas cifras de ocupación sino también en la penetración de su discurso en el entramado social, como ha pretendido en los cuatro años de gestión su director Ramon Simó. Su intención era combinar la exigencia de la contemporaneidad y el riesgo con la necesidad que este proyecto sea percibido como algo que también puede ser popular, atractivo para amplios sectores del público. Decía Simó antes de la inauguración que el festival Grec permite «la parte lúdica, el compromiso político y la experiencia íntima y personal». Su apuesta por un Grec transversal, multidisciplinario, impulsor de ideas y osado, con vocación internacional, con producciones propias y coproducciones, con un sello característico, se ha visto refrendada además por los números, con un aumento del 13% de espectadores y con más del 70% del aforo completado.

Se abre ahora un compás de espera para el futuro. Simó ha sido confirmado un año más y después se entrará en una etapa de diálogo con los agentes culturales para elegir, a través de un concurso (como ya defendió en su día el hoy gerente municipal Jordi Martí cuando ejercía de líder de la oposición), al nuevo director del festival. En cualquier caso, el Grec debe mantenerse como un referente inexcusable de la modernidad y la exigencia artística, para demostrar, una vez más, que la cultura no es algo accesorio y secundario.