Gran Vía

Nuestros problemas son sistémicos y la política, al formar parte de ello, no da soluciones. Como intermediarios o cómplices del poder real no han sido los mejores negociadores para los intereses ciudadanos y así el combate de ideas y de políticas responsables hace demasiado tiempo que se ha visto arrinconado. Hoy vivimos tiempos de palabrería hueca, promesas lunares, gestos para la foto y promoción irresponsable de quienes quieren ocupar las poltronas. Ante tan poco nivel, nuestros mejores talentos y mentes más preclaras huyen de estos focos pero en nuestra deriva hacia la inconsistencia pública, hay gestos que nos arrojan luz. No en los temas económicos como la deuda, una fiscalidad justa, el paro o las pensiones, pero en Madrid, la Navidad ha traído una estrella: Manuela Carmena y la restricción de tráfico en la Gran Vía.

Es evidente que su política de comunicación es mejorable, que la aplicación se podía haber hecho mejor… pero Carmena ha abierto un debate y yo, que paso la mayoría de mis días en Madrid, os puedo asegurar que los paseantes están encantados. Muchos la llamaran populista, (que curiosamente viene de popular), como Esperanza Aguirre, aunque ella también sabe que el coche privado y las grandes ciudades están en un callejón sin salida. Ella también sabe de los peligros de la contaminación ambiental y mediática.

Cuando se habla del coche sin conductor se argumenta su beneficio por la cantidad de vehículos que retiraríamos de la circulación. No dejaremos de movernos, pero lo haremos de forma más eficiente, menos contaminante y valorando el servicio por encima de la propiedad.

COMERCIOS Y PEATONES

¡Basta ya de atascos a la hora de los colegios o a primera hora para ir a trabajar! Y todo esto solo se consigue, retirando coches de la circulación; restringiendo el trafico. Cualquier cambio de modelo genera conflicto y por ejemplo estos días los realmente afectados son los propietarios de los párkings de la zona. 

A los comercios les va bien, que nadie se lleve a engaño. Y a los peatones, más. Cambiar los hábitos cuesta, pero a veces de la improvisación y la radicalidad en la implementación de una medida aparecen luces que encienden debates. Aprovechemos este para actuar ya. En su día clamamos contra la prohibición del tabaco en los bares y hoy hay más terrazas durante todo el año y menos molestias para los que no quieren fumar ni que les fumen.

A ver si Ada Colau, que últimamente saluda poco y concreta menos, entiende que las terrazas de la ciudad son básicamente para sus ciudadanos. Su popularidad es alta y su influencia en Europa, según 'Político', también. A ver si ahora que ya tiene a los followers, legisla responsablemente, aunque eso le conlleve perder alguno. Carmena en Madrid ha abierto una gran vía. Bravo por ella.