Editorial

La gran apuesta del BCE

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Por fin ha tomado cuerpo la importante iniciativa monetaria que se esperaba del Banco Central Europeo (BCE). Su presidente, Mario Draghi, anunció ayer el plan de compra de activos -básicamente deuda pública- para inyectar dinero a la economía europea, que se halla en un preocupante periodo de estancamiento. Será cerca de un billón de euros en 19 meses, a 60.000 millones por mes. El BCE va a utilizar el último cartucho que le queda en política monetaria para reactivar la economía, es decir para 'forzar' a la banca a prestar dinero.

A la zona euro le llevan años de ventaja la Reserva Federal de EEUU, el Banco de Japón y el de Inglaterra, que han lanzado programas similares -'quantitave easing', en su nombre técnico- para dar liquidez y facilitar el crédito. Hemos tardado tanto por la estructura del euro -una moneda, pero 19 estados soberanos- y porque ha habido que lidiar con la oposición alemana y los vecinos del norte, preocupados porque una expansión monetaria pudiera disparar la inflación -ha hecho falta que estemos en peligro europeo inverso, el de la deflación- y que esa deuda pudiera ser mutualizada, es decir, que el riesgo del sur tuviera que ser asumido por los contribuyentes del norte. Con todos los detalles y salvedades que hoy se explican en las páginas de EL PERIÓDICO, se ha conseguido un acuerdo -en algunos aspectos unánime, en otros no- que en el caso de España va a suponer una inyección de liquidez de unos 5.500 millones mensuales. Esa es la cantidad que los bancos conseguirán a través de la colocación de su deuda, para que ese dinero no duerma en sus balances en forma de bonos, sino que sea prestado a empresas y familias.

¿Será la medida suficiente? ¿llega tarde? De momento, los objetivos son claros: abaratar más el euro para favorecer las exportaciones, conseguir que repunte la inflación hacia la cota del 2% -inflación buena- y que el dinero llegue a la economía real. En julio del 2012 Draghi anunció que haría cualquier cosa para salvar el euro. No tenía claro de qué consenso dispondría para cumplir la amenaza, pero fue suficiente para desanimar a quienes atacaban el euro y lograr que las primas de riesgo cayeran drásticamente. Después de haber probado medidas más moderadas, el BCE ha cogido el toro por los cuernos. Ahora hay que confiar en que la fórmula funcione, y que nadie se eche atrás.