PEQUEÑO OBSERVATORIO

Gracias por tantas ofertas

La publicidad puede considerarse un tipo de correspondencia que aspira a una respuesta no literaria

BUZONES

BUZONES / periodico

JOSEP MARIA ESPINÀS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Si me tuviera que calificar como corresponsal, yo mismo me suspendería. No es que sea indiferente a lo que me dicen las cartas que recibo. Pero con el paso de los años cada vez me da más pereza responder. No me puedo quejar del contenido o del tono de las cartas, que normalmente son amables y no son muchas las que me obligarían a llenar varios folios para responder a los comentarios o interrogantes que me formulan.

No es que me dé pereza –un poco, sí–. Quizá influye en mi apatía como corresponsal el hecho de tener que escribir una carta diaria para los lectores de este diario en forma de artículo. Se podría considerar, además, que un artículo tiene cierta voluntad de correspondencia con los lectores. En cierto modo, se puede considerar que la publicidad que recibimos es un tipo de correspondencia que aspira, como todas las cartas, a una respuesta. Una respuesta que no debe ser literaria. 

En el buzón de casa me he encontrado un modesto papel y un teléfono que me ofrece una rápida ayuda en cualquier tipo de venta. Me gustaría saber cómo conseguirían vender unos zapatos que hace años que no me he puesto y están muy destartalados.

AMOR, DINERO Y SUEÑOS

La oferta crece en interés. Me proponen cómo solucionar un problema amoroso, y puedo elegir entre recuperar una pareja o conseguir rápidamente una separación. Tal vez las dos cosas, una inmediatamente después de la otra. También me aseguran que pueden hacer que mejoren mis negocios... pero primero deberían proporcionarme uno para poder mejorar. También me liberarían de la magia negra. No me puede interesar porque la única magia que conozco es la de hacer un artículo cada día.

"Tu sueño se hará realidad en el plazo de tres a siete días", me prometen. Lástima. Porque los días que tengo reservados para soñar son los sábados de 12 a una de la madrugada, y ustedes deben tener la oficina cerrada. Qué le vamos a hacer. Me tendré que conformar con el "ir haciendo" de siempre.