Análisis

Un Gobierno

Da más muestras de interés en que tengamos un Ejecutivo Bruselas que nuestros propios políticos, sean 'viejos' o 'nuevos'

RAMON XIFRÉ

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Quien decida ignorar el último informe de la Comisión Europea sobre España por ideológico probablemente cometa aquel error de mirar el dedo en vez de la Luna. El panorama que anticipa Bruselas para los dos próximos años es un crecimiento relativamente fuerte, un paro que se resiste a bajar (sin dar muchos detalles sobre la calidad del empleo que se creará) y un déficit público que sistemáticamente desborda los objetivos establecidos.

Naturalmente, se puede discutir si la ortodoxia que el centro de la UE ha impuesto a la periferia es lo más deseable para salir de la crisis, y nos debemos cuestionar por los efectos que la austeridad ha tenido sobre la economía y las personas. Es muy posible que ciertos recortes que se han tomado desde el 2010 hayan sido ineficaces y, lo que es peor, injustos. Pero no tiene sentido buscar fuera la responsabilidad principal de lo que nos está pasando.

Para comprender la nebulosa situación política de España, que es uno de los puntos sobre los que proyecta el foco Bruselas, hace falta reflexionar sobre cómo han gestionado la crisis y las reformas los dos partidos mayoritarios. Han cometido varios errores, muchos de ellos relacionados con la negación del auxilio debido a los que lo han pasado y lo están pasando peor. Pero, para completar el cuadro, también hay que pensar por qué los dos líderes de los partidos de la nueva política pueden sentarse en la mesa de un bar para participar en un programa de televisión antes de las elecciones pero, una vez hemos votado, no pueden ni siquiera sentarse a negociar las reformas en las podrían ponerse de acuerdo. ¿Quizá su oportunismo sobrepase su responsabilidad?

Cuesta entender lo que está pasando en la política española, y estas dificultades de comprensión y anticipación de lo político generan dificultades para invertir y actuar en lo económico. Al margen de la ideología de Bruselas, este es uno de los principales mensajes que se emiten desde la capital comunitaria y desde otros lugares interesados en la situación de España.

El otro mensaje europeo, de naturaleza más económica, es que nuestra recuperación tiene una base todavía muy débil e, incluso, guarda peligrosos parecidos con la fase precrisis.

Cosas peores que en el 2008

Naturalmente, hay aspectos en los que hemos mejorado. La burbuja inmobiliaria se ha desinflado en su mayor parte y nuestro sector financiero, sin ser de acero, tiene hoy unos balances mucho más realistas que los que tenía en el 2008. Pero, por el otro lado, en ciertos asuntos estamos hoy peor que en el 2008. Prácticamente ha desaparecido el margen que teníamos entonces para aumentar el gasto público, como consecuencia de la explosión de nuestra deuda pública, que ha pasado del 40% al 100% del PIB. Nuestro mercado laboral sigue averiado y es muy desigual a pesar de la reforma del 2012: el paro es cada vez un pozo más hondo y es mayor el porcentaje de parados de larga duración (este colectivo ha pasado de representar el 11% al 44% de los parados entre el 2008 y el 2015); y, en caso de abandonar el desempleo, lo más probable es que al trabajador le espere un contrato temporal de corta duración (en el 2015 se estima que el trabajador temporal promedio tuvo 4,6 contratos en 12 meses).

No sabemos si los altos funcionarios de Bruselas dicen la verdad cuando declaran que no tienen preferencias sobre el futuro Gobierno de España. Lo que sí sabemos es que, hasta la fecha, dan más muestras de interés en que tengamos un Gobierno ellos que nuestros propios políticos, sean viejos o nuevos.