Dos miradas

Gente

Hay gente que no medra en los negocios ni la política para sentirse los amos del mundo y llenarse los bolsillos. De la mayoría no sabemos ni sus nombres

Las Ramblas

Las Ramblas / periodico

EMMA RIVEROLA

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Hay gente que trabaja para encontrar un lugar a los refugiados, que regala sus días ayudándoles en campos de acogida inhóspitos, intentando conseguir que acaben su travesía con vida, tratando de curar sus heridas. Hay gente que pone su empeño en que las familias no pierdan sus hogares, en que la soledad no ahogue a los que se sienten perdidos, ni la pobreza a los que al fin se perdieron. Hay gente que pone su ánimo, su ilusión y su esfuerzo en arrancar las sonrisas de un niño que aprendió demasiado pronto lo que es la pérdida.

Ninguno de ellos se siente tan importante como se creyeron todos los corruptos que se han paseado arrogantes por los restaurantes más selectos, los clubs más exclusivos o los hoteles más lujosos. Tampoco han pisado las moquetas de algunos despachos donde se decide que no hay presupuesto para políticas sociales pero sí para las grandes obras del 3%. Esos en los que se pactan negocios que no saben de fronteras pero que, si hace falta, levantan vallas, muros, miedo y desprecios para proteger sus intereses.

No, hay gente que no medra en los negocios ni en la política para sentirse los amos del mundo y llenarse los bolsillos. No ocupan las portadas de los diarios. Ni dan lecciones de moral en tertulias gritonas, ni ensayan posturas y glamur en Instagram. De la mayoría no sabemos ni sus nombres. Son, simplemente, los que se dedican a zurcir los descosidos de la ambición y el egoísmo.