El gen competitivo de Messi

No solo es el mejor futbolista del mundo, también es el que más ganas de ganar tiene siempre

Sergi Roberto, Messi, Umtiti y Suárez, tras el 2-3 en el Bernabéu.

Sergi Roberto, Messi, Umtiti y Suárez, tras el 2-3 en el Bernabéu. / periodico

ELOY CARRASCO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Pululaba en el ambiente un lamento cuando el Real Madrid consiguió empatar el partido con 10 jugadores. El gen competitivo de los blancos, tan famoso, aparecía en casi todos los comentarios del culé derrumbado y rabioso porque el gran rival, una vez más, se escapaba vivo. Qué tíos. Nunca se rinden. Con uno menos hay que ver cómo aprietan... La gente lo decía con una mezcla de fastidio y envidia. Pero quizá olvidaban que con la camiseta del Barça -esa que, exhibida por su dueño, queda para la posteridad como bandera de tan fabuloso partido- juega Leo Messi. No solo es el mejor futbolista de la historia, probablemente también es el más competitivo.

En el Bernabéu, en medio de una hostilidad inimaginable, molido a patadas, codazos y golpes, con una gasa ensangrentada en la boca que no le impidió marcar su primer gol, asediado por la leña de CasemiroMarcelo y Sergio Ramos, Messi se marchó al vestuario con la corona sobre su cabeza bien afirmada. Además, lo hizo delante del adversario que le pisa los talones en la lucha de los balones de Oro. Como si el destino hubiese decidido anoche entregar sus favores solo a Messi, Cristiano completó un partido especialmente torpe, muy alejado del formidable futbolista que es.

UNA TEMPORADA TRONADA

El Barça se presentó en Madrid con el aspecto de haber muerto un par de veces en las últimas semanas. Hubo una resurrección, llamémosle milagro, tras el descalabro de París, y ha habido ahora algo incluso superior, con esta victoria que, unida al 6-1 ante el PSG, da lustre a una temporada azulgrana especialmente tronada. Parecía que el último hálito de vida se había quedado el miércoles en el Camp Nou, tras el estéril e impotente ejercicio ante la Juventus. El Bernabéu se presentaba como la cámara funeraria para estos faraones que tanto han dado al Barça.

Un Madrid lanzado en la Champions, un Cristiano revalorizado por sus cinco goles al Bayern, un gran banquete en el que a los azulgranas parecía quedarles el papel de pavo trinchado. Así pintaban las cosas. Pero el partido, encendido, loco, un vaivén desquiciante para los ortodoxos del orden, se puso propicio para la proeza y el genio, se convirtió en un desafío de campeonato. Y ahí nadie puede hacer sombra a Messi. Habrá que revisar los estándares que otorgaban ese don en exclusiva al Madrid: el gen competitivo del argentino es insuperable.

La Liga está abierta y el Barça ha proclamado que va a pelearla. Quedan suspendidas las exequias. Y, pase lo que pase al final, lo ocurrido anoche en el Bernabéu vale tanto o más que un título. Esa imagen de Messi mostrando su camiseta a la trinchera enemiga es ya un póster, un emblema, un mito.