Gaudí, un filón de oro inagotable

Las estadísticas de Turisme de Barcelona son definitivas. Cuatro de los 10 lugares más visitados de la capital catalana son obras de Antoni Gaudí, el genial arquitecto reusense de cuya muerte, atropellado por un tranvía, se cumplen hoy 90 años. La arquitectura recibe la mayor nota, rozando el sobresaliente, que ponen los turistas a los atractivos de Barcelona. La Sagrada Família, el Park Güell, La Pedrera y la Casa Batlló son postales que atraen a ciudadanos de todo el mundo en una peregrinación incesante, mayor incluso por parte de extranjeros que la que protagonizan los locales o los del resto del Estado. La cifra de 8,2 millones de visitantes a sus obras en el 2015 habla de forma más que suficiente de un filón de oro que parece inagotable, y que ejerce de un motor de alta cilindrada para el sector turístico en general de la ciudad.

Un filón inagotable y de gran rendimiento a partir de unos precios elevados si los comparamos con recintos o monumentos similares del resto de Europa. La entrada más cara de la Sagrada Família cuesta 29 euros; la de la Capilla Sixtina, 16. Las obras pueden justificarlo. Pero la Casa Batlló y La Pedrera, en manos privadas, son más caras que el Prado o la Alhambra. No se trata de pedir entradas más asequibles, algo que no justifica la altísima demanda, pero sí una actitud filantrópica y que parte de esos pingües beneficios reviertan en un apoyo al mundo que cultivó Gaudí, por ejemplo, con becas para jóvenes arquitectos.