Gaseosa y experimentos

JESÚS RIVASÉS

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Tras el 27-S, algunos comparaban a Artur Mas con Alexander Kerensky, el hombre que encabezó en Rusia, en 1917, el llamado Gobierno provisional, incapaz de lograr una salida democrática al régimen zarista. Todo acabó con la toma del poder por Lenin, seguida de 80 años de dictadura comunista.

Mas, si logra volver a ser investido President, no liderará un Gobierno provisional sino un Gobierno experimental que, si se forma antes de las elecciones del 20-D, sería el precedente de un Gobierno experimental en España, encabezado por Rajoy,  Sánchez o por quién sea, con apoyos quizá ideológicamente contradictorios. Un riesgo que Mariano Rajoy, sentenció  en Antena 3: «Los experimentos, mejor con gaseosa».

El presidente se ha jugado su reelección en la economía y, aunque los datos demuestran que ha acertado, nadie le garantiza que el 20-D salga airoso de las urnas. Dicen sus creñiticos, tambiñen en el PP, que «hay algo más que economía».

Los números, sin embargo, avalan al líder popular. Sube la calificación financiera de España, aunque     coincide con las dudas de Bruselas sobre el cumplimiento del déficit.  Con datos de septiembre, tanto el paro como la Seguridad Social ofrecen cifras positivas, de forma constante, desde hace más de dos años, aunque oculta que cuatro millones de parados son demasiados.

Aunque a Rajoy lo que es de Rajoy: el presidente acudirá a las urnas con menos desempleados y más cotizantes a la Seguridad Social que cuando llegó a la Moncloa, con un país al borde de la intervención.

España, como dice la propaganda gubernamental, es el país que más crece y más empleo crea de la Eurozona. Es cierto aunque insuficiente, pese a que la OCDE confirma que en 2014-2015, España ha creado un millón de puestos de trabajo, mientras que Francia destruía 236.000 empleos netos.

Hay más números llamativos: en el 2007 el 31% de los contratos eran precarios, cifra que ha bajado al 25%, mientras que los contratos indefinidos han pasado del 69% en  el 2007 al 75% actual. La apuesta económica de Rajoy, no sin sacrificios, sale adelante y da frutos, aunque debería haber dado más.

Un Gobierno experimental, el que sea, a partir del 20-D, quiere decir un Gobierno encabezado por una mayoría moderada, de izquierda o de derecha, pero necesitada de apoyos de radicales de partidos extremistas. Hay mucho en juego y ahí está el ejemplo de Kerensky y las consecuencias de su fracaso.

Quien quiera un avance de experimentos, en Madrid, Manuela Carmena quiere romper los contratos del Ayuntamiento con las agencias de rating Ficht y S&P porque, dicen, el municipio no necesitará endeudarse. ¿Y si después le hace falta?