Pequeño observatorio

De garbanzos, 'mongetes' y judías

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Desde hace un cierto tiempo... Paréntesis. Me paro para que el lector se pregunte qué significa «un cierto tiempo». ¿Desde hace meses, años? Es curioso cómo utilizamos las palabras. Un cierto tiempo no significa un tiempo cierto. Cómo cambia lo que queremos decir cambiando, solo, el orden de las palabras. Hace un incierto tiempo, que mis comidas cotidianas cuentan con la presencia frecuente de los garbanzos. Que el lector me permita hablar de esta insignificancia, no siempre tenemos que hablar de problemas, de política y de los terribles crímenes étnicos.

Como a menudo garbanzos cocidos, que riego con un buen aceite. Me gusta mucho el aceite, y siempre me pongo más del necesario y así queda un poco para mojar el pan. Un placer muy elemental, quizá más bien de gente del campo. Y yo, que soy tan urbanita... De vez en cuando, los Boadas me traen unas botellas de Terrall, y me estoy dando cuenta de que aceite y garbanzos se han confabulado para convertirse en droga.

No puede decirse que tengan gran prestigio gastronómico. Durante años, las autoridades gastronómicas no se han interesado mucho por esta legumbre. Quizá eran demasiado aburridos, demasiado identificados con comidas 'proletarias'. Muchos albañiles, cuando descansaban para comer, abrían la fiambrera para comer unos garbanzos cocinados en casa.

Tampoco les ha beneficiado que fuera popular la expresión 'garbanzo negro', con la que se identificaba a alguien que destacaba por su baja condición moral o mal carácter. En otros tiempos las mujeres dedicaban tiempo a separar los malos garbanzos de los buenos.

Para completar el desprestigio del garbanzo, 'agarbanzado' es un adjetivo despectivo que se aplica a un estilo literario vulgar o ramplón. Pero lo que me divierte más es que un vegetal tenga dos nombres tan contrapuestos, religiosamente, en catalán y en castellano: 'mongeta' y judía. Es la paz gastronómica religiosa.