NÓMADAS Y VIAJANTES

Ganó la cabeza; perdió el corazón

RAMÓN
Lobo

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Gnó la cabeza, perdió el corazón. La crisis económica con sus recortes sociales y laborales, el hartazgo con un Londres insensible, fue el motor del independientismo escocés. La misma crisis y el miedo al precio a pagar ha impedido la victoria del . Pudo el temor a estar solos en un mundo globalizado y hostil en el que los algunos conceptos -Estado, soberanía e independencia- están modificando su sentido. El torbellino global también afecta a la esencia de la democracia, su significado. El edificio es similar, un hombre/mujer, un voto, pero el interior se ha vaciado de contenido. Son los mercados, el Banco Central Europeo (BCE), Bruselas, Berlín o el FMI los que deciden los programas de los gobiernos, las reformas (retrocesos).

En este mundo en el que la corrupción engulle miles de millones de euros al año en España, en el que las políticas fiscales benefician a las empresas y a los que más tienen, donde no existen alternativas políticas ni utopías al otro lado del muro -por falsas que fueran-, solo nos quedan las emociones para defendernos. La nueva utopía no es socialismo ni ecología, sino la regeneración del sistema, expulsar a la élite cleptocrática, crear un espacio más pequeño, manejable, con una identidad separada desde la que se pueda soñar con un mundo mejor. Son las dos vías. En Catalunya es el soberanismo; en España, Podemos y Ganemos (Guanyem).

En Francia, donde gobierna una presunta izquierda que ha faltado a sus promesas electorales, el descontento, incluido el obrero, se traduce en votos a un partido xenófobo, el Frente Nacional. En países de sólida tradición democrática, como los escandinavos, la crisis favorece el auge electoral de la extrema derecha. Es una situación compleja que se tiende a simplificar. Es la recesión-depresión, la escasez y, sobre todo, la sensación de que la clase política ha dejado de traer las soluciones para convertirse en el problema.

La doble lección de Escocia e Inglaterra está en un proceso democrático ejemplar, en la capacidad de pactar la pregunta, la fecha, la campaña, el procedimiento. Para los independentistas de media Europa que acudieron a Escocia para recargar energías, el resultado representa una ducha escocesa. Pero sería un error pensar que con la victoria del no se acaban las tensiones. Los problemas se acaban, más o menos, cuando la gente que quiere votar, puede votar.

Ruptura civilizada

Los independentistas de Quebec perdieron dos veces su referéndum, y no existía esta crisis que se ha devorado derechos y valores. Los checos y eslovacos, unidos tras la disolución del imperio austrohúngaro, se separaron amistosamente tras la revolución de terciopelo. Fue una ruptura suave, civilizada. Era un matrimonio de conveniencia en el que siempre hicieron vida separada. No fue difícil la disolución.

Europa es un territorio fértil en memorias de guerras, odio y sangre. Los cambios de frontera que se dirimían en batallas, ahora se pueden zanjar en las urnas. El último ejemplo violento fue el estallido de Yugoslavia, aunque debería escribir el penúltimo por respeto a Ucrania. Hay muchas lecciones para quien las quiera aprender. Croacia se separó sin modificar su Constitución, lo que pidió el comité de sabios de la Unión Europea (entre ellos Tomás y Valiente) para reconocer la autonomía y los derechos de los serbios de Krajina. Hubo guerra. Montenegro se separó de Serbia mediante una consulta organizada por Bruselas (Javier Solana) en la que se exigió un 60% de participación y un 55% de sís. Fue una disolución amistosa.

Kosovo

Se menciona a menudo el caso de Kosovo, la provincia de mayoría albanesa (90%) maltratada por Belgrado durante décadas. Tras la guerra de 1998-1999 lanzada por Slobodan Milosevic y la posterior intervención de la OTAN, Kosovo quedó bajo la protección de la ONU. La comunidad internacional no quería su independencia, pero tampoco tenía un plan. En Serbia cayó el dictador y llegó Zoran Djindjic al poder. Se abría la vía para una autonomía dentro de Serbia. Los radicales serbios mataron a Djindjic en marzo de 2003 cuando el mundo miraba a Irak. Los nacionalistas regresaron al poder. ¿Cómo pedir a 1,8 millones de albanokosovares que regresen a la casa de su maltratador?

La ausencia de un plan y la deriva de Belgrado forzaron la independencia el 17 de febrero de 2008. Fue unilateral, no pactada con Serbia. Para ese tipo de rupturas es necesaria una fuerza armada, tener al apoyo de los que mandan. Kosovo lo tenía de EEUU y los principales países de la UE. El Kosovo independiente funciona tan mal como siempre. El bloqueo serbio y la crisis le impidieron el despegue. La nueva utopía es entrar en la UE junto a Serbia y que la frontera por la que tanto se mató y murió sea historia.