¿Ganador o perdedor?

"Desde hace unas semanas existe la batalla comunicativa de quién representa a la mayoría y si esta es silenciosa, sonora, mayoritaria o minoritaria"

Artur Mas, durante una de sus intervenciones en el Parlament, este jueves.

Artur Mas, durante una de sus intervenciones en el Parlament, este jueves. / periodico

VERÓNICA FUMANAL

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Los debates de política general son una cita imprescindible para los analistas políticos; días intensos donde se condensan posicionamientos, ideas fuerza, marcos mentales en un debate que finalmente no mueve de sus trincheras a aquellos que participan. La agenda la marca el 'president', quien inaugura el debate. En esta ocasión, lo hizo con dos discursos en uno, donde mostró claramente cuales son sus prioridades y los temas de obligado tratamiento.

El discurso del 'president' tuvo dos partes claramente diferenciadas. La primera, donde trató el proceso nacional de Catalunya y la sostenibilidad económica --recortes--, observamos un Mas contundente, fuerte, sólido, convencido y vehemente. No reparaba en los papeles sino para ceñirse al discurso. No le hacía falta declamarlo de memoria, porque las convicciones del 'president' Mas se basan en que el proceso de transición hacia la independencia es imparable y que Catalunya debe tener un estado del bienestar que sea eficiente, sin déficit público. Dos posicionamientos claros en los dos ejes que juegan en Catalunya: el nacional y el ideológico izquierda-derecha.

La segunda parte del discurso, donde trató los temas relacionados con la reactivación económica y la regeneración democrática fue anodino y aburrido. En la parte de reactivación económica, el 'president' avasalló con decenas de datos inasumibles en un discurso tan largo, leídos con una prisa que le atropellaba la dicción. Es de justicia reconocer que Mas resumió en 10 puntos los que para él son logros y en 10 puntos los aspectos mejorables de su administración; sin embargo, en este último apartado faltó una asunción real de responsabilidades, ya que se dedicó a excusarse en la irresponsabilidad de otros tiempos y otras administraciones. Por último, los tres minutos, de las casi dos horas de discurso, que dedicó a la regeneración política fueron claramente insuficientes, atendiendo a la alarmante lacra de corrupción política que salpica los partidos en general, y en particular el suyo.

De la voluntad de un pueblo a una mayoría

Pero aquello que diferenció el discurso fue el final, donde en un alarde de confianza, afirmando ser el 'president' de todos los catalanes, dividió a la sociedad catalana en dos: el bando de la mayoría y el de la minoría, cuando en otras ocasiones solía tratar la sociedad catalana como un ente monolítico y cohesionado: la voluntad de un pueblo.

“Que las minorías no poden ni deben obstaculizar el camino que les mayorías han decidido emprender, siempre que este camino se exprese de forma democrática y pacífica. Que las mayorías deben recorrer su camino de manera que les minorías no se sientan expulsadas”.

Desde hace unas semanas existe la batalla comunicativa de quién representa a la mayoría y si esta es silenciosa, sonora, mayoritaria o minoritaria… en definitiva, quién está en el bando ganador y quién ha perdido la batalla, cuando todavía no ha comenzado… ¿o sí?

Yo no sé en qué bando estoy… ¿y tú, has ganado o has perdido?

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