pantallas

El futuro de las burbujas

MIKEL LEJARZA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En 1997, el ingeniero Reed Hastings y el experto en márketing Marc Randolph crearon la empresa que está provocando el paso de la tele de nuestros padres a la del futuro. Los dos habían trabajado en Pure Software creada por Hastings a los 31 años y que al entrar en bolsa en 1995 reportó a su creador 75 millones de dólares.

Fue sólo el comienzo de la carrera de alguien para quien la revista 'Forbes' estima una fortuna personal de 1.250 millones de dólares y que se define como un CEO normal: viste sin corbata y conduce un coche no especialmente lujoso todos los días entre el hogar en el que vive con su mujer desde hace 36 años y la sede de su empresa, Netflix, en Los Gatos en California.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"\"Todo comenz\u00f3 en el 2013","text":"\"Todo comenz\u00f3 en el 2013\u00a0con 'House of cards', con una inversi\u00f3n de cien millones de d\u00f3lares\""}}

La historia de Netflix define lo que ocurre en el sector. Cuando nació, el panorama televisivo lo dominaban cadenas de pago que cobraban altas tarifas. Hastings ofreció la opción de recibir por correo filmes y series con precios muy diversos, sin límite de tiempo ni coste adicional.

Ya entonces comenzaron a usar algoritmos con las preferencias del usuario y comenzaron a enviar sugerencias con otros títulos. En septiembre de 1999 dieron el primer salto y comenzaron a transformar a los clientes en abonados. Inicialmente fue bien, pero con la crisis de internet del 2001 la empresa tuvo una fuerte caída de ingresos y despidos masivos. Pero Hastings no se arrugó y sacó a bolsa la empresa en el 2002. En ese momento su socio Randolph abandonó.

Convencido de que el futuro pasaba por la TV bajo demanda vía internet, comenzó a explorar cómo mejorar la velocidad de trasmisión por banda ancha y creó un descodificador. Pero consciente de que los operadores de cable nunca colaborarían a incrementar la competencia de su propio negocio, desistió y apostó por una aplicación que permitiera consumir su oferta en cualquier pantalla conectada a internet.

Así, en el 2008 nace la era del 'streaming' y el negocio cambia radicalmente: una manera de llevar series y películas a todo el mundo saltándose la tradicional y restringida concesión de licencia nacional. Para el 2010 el valor de las acciones de Netflix se multiplicó por cuatro y su principal competidor en el mercado de alquiler de DVD, Blockbuster, se había arruinado.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"\"En el 2016,","text":"\"En el 2016,\u00a0Netflix invierte 6.000 millones de d\u00f3lares en producto original, casi el triple que la HBO\""}}

Pero un año después, Netflix vuelve a caer al intentar trasformar a sus clientes tradicionales por correo en abonados por 'streaming'. Las pérdidas son cuantiosas y en el 2011 el entonces discutido Hastings toma una decisión nuevamente arriesgada y audaz: convertir lo que no dejaba de ser un vídeoclub a la carta que distribuía contenidos producidos por otros, en una empresa que produjera sus propias series y películas. Todo comenzó en el 2013 con House of cards, con una inversión de cien millones de dólares.

En el 2016 Netflix invierte 6.000 millones de dólares en producto original, casi el triple que la HBO, y tienen más de 80 millones de abonados en el mundo, lo que les convierte en la primera TV por internet. Sus cifras impresionan, pero sus resultados se desconocen. Para unos el futuro ya está aquí, para otros una burbuja a punto de estallar. Veremos.