Dos miradas

Funerales

En la ceremonia de la Sagrada Família se trataba de vivir juntos el desconsuelo no de salvar almas

JOSEP MARIA FONALLERAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

¿Qué interés tenía Martínez Sistach en oficiar una ceremonia religiosa católica -la más trascendente, una eucaristía- para rendir homenaje a las víctimas, consolar a los familiares y reflexionar sobre el sentido de la tragedia ? Oh, no, eso de la reflexión no entraba en los planes del cardenal de Barcelona. Es más bien fruto de las palabras que pronunció hace unos días otro cardenal, el de Colonia, en el acto plural y abierto que se llevó a cabo en la catedral alemana. «¿Por qué los hombres tenemos que sufrir y tenemos que morir? ¿Por qué Dios permite estas cosas?». Así habló Rainer Maria Woelki, dispuesto a entender el funeral -que también fue de Estado- como una comunión del dolor y no como una demostración de la preeminencia de la Iglesia católica por encima de los otros credos.

En las explicaciones oficiales sobre la catolicidad de la ceremonia se afirma que «nosotros creemos en la eficacia de las misas celebradas por los difuntos», como si en las despedidas de las otras religiones no hubiera una voluntad escatológica sino una simple y mortuoria escenificación.

Dice muy poco a favor del respeto y de la piedad, aunque Martínez Sistach permitiera, al final, un breve apunte de judíos, árabes y protestantes. Y, por otra parte, ¿qué significa «eficacia»? Se trataba de vivir juntos el desconsuelo no de salvar almas. En Colonia, esto no ocurrió. El funeral fue religioso, pero no presidido por la omnipotencia y la soberbia.