Gente corriente

Patrícia Martínez: «Es fundamental repensar la historia desde lo femenino»

Doctora en Historia y profesora de la UB, Patrícia Martínez coordina el proyecto 'Feminitzant el Món 3.0'

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OLGA MERINO

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Especialista en el mundo bajomedieval y en Historia de América, Patrícia Martínez Álvarez (Barcelona, 1973) vivió la década de los 90 en Perú, donde, además de dar clase en la Universidad San Marcos de Lima, participó en campañas para la escolarización de las niñas en la Amazonia.

-En mis clases en la universidad procuro sobre todo que los alumnos piensen por sí mismos, y suelo invitarlos a que reflexionen acerca de si la conquista de América tuvo un sexo determinado o no.

-¿Lo tuvo? La conquista de América tuvo sexo masculino no solo por el hecho de que la ejecutaran hombres -también participaron en ella mujeres-, sino sobre todo por lo simbólico: la apropiación del otro y del territorio, la expoliación, la guerra en nombre de Dios. Todos estos hechos son masculinos.

-Entiendo. En realidad, la conquista de América fue un fracaso. El proyecto era ir, enriquecerse y volver, pero no había suficiente riqueza para todos.

-¿Y entonces? La verdadera fortuna estaba en el poder social, basado en las relaciones jerárquicas entre desiguales de piel. Un patrón masculino de afirmación del yo a partir de la negación del otro. Cuando los hombres castellanos impusieron la Iglesia y montaron las instituciones, se dieron cuenta de que faltaba algo muy importante: la familia.

-Necesitaban a sus mujeres. Exacto. Además, ellos solían estar tierra adentro, de manera que la única forma de sostener aquel montaje era trayéndose a las mujeres de la metrópoli, a sus madres, esposas e hijas.

-Ellas han centrado sus investigaciones. Cuando lees las cartas y escritos de aquellas mujeres, que al principio vivieron en conventos y casas de recogida, llama la atención que todas ellas se preocuparan por la cuestión indígena… Lo que pretendo decir es que es fundamental repensar la historia desde lo femenino para resolver cuestiones del presente.

-Repensar, dice. Si repaso los libros con los que estudia mi hija, entiendo que las mujeres no hemos llegado a ninguna parte ni hemos estado en los lugares donde se ha hecho la historia. Eso es cierto, pero habríamos de ir más allá del topicazo de «porque no nos han dejado». Tampoco hemos querido.

-¿Por qué? Nosotras hemos hecho política desde otro lugar, desde el vínculo. Así lo hacían las mujeres en la época colonial.

-¿Puede aclararlo? Por ejemplo, si tenían una sirvienta indígena o negra, ellas daban su apellido a las esclavas, cosa que los hombres no hicieron. Para mí, la historia de las mujeres es la historia de las relaciones humanas y de la preocupación por ellas, algo a lo que ni los partidos ni las instituciones han prestado atención.

-De su discurso podría inferirse que la violencia es cosa de hombres. Suena rotundo pero, sí, la violencia es fundamentalmente masculina. El Estado Islámico es masculino. Hay que empezar a poner nombre a las cosas. Llevamos 300 días sin Gobierno —a mí no me hace ninguna falta—, ¿pero dirá alguien que son señores quienes se están peleando? Que las instituciones funcionen como funcionan es porque son instituciones masculinas.

[El mes próximo, la entrevistada y la profesora Elena Losada coordinan en la Universitat de Barcelona el seminario 'Literatura que fa història: dones, vides, ficcions'. Inscripción gratuita hasta el 28 de noviembre].