Opinión | Editorial

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Freno a la expulsión de vecinos en Barcelona

Ha de ser bien recibida la iniciativa municipal de comprar tres inmuebles amenazados por la especulación

LANCASTER Fachadas de las fincas recién adquiridas por el consistorio en Ciutat Vella.

LANCASTER Fachadas de las fincas recién adquiridas por el consistorio en Ciutat Vella.

El distrito barcelonés de Ciutat Vella ha perdido una media mensual de 106 habitantes durante la última década y ello no por los vaivenes entre los índices de natalidad y mortalidad, sino por un fenómeno que en los últimos años avanza a pasos agigantados: la gentrificación. Este anglicismo tiene tan difícil traducción como fácil explicación. Define el proceso por el cual muchos vecinos de una zona se ven obligados a abandonar sus viviendas de toda la vida al no poder resistir la acometida de poderosos intereses inmobiliarios. En Barcelona la marea gentrificadora se ceba en los distritos céntricos situados bajo el foco de la especulación y con una ley de arrendamientos que actúa muchas veces como gran valedor de estas expulsiones vecinales. 

El Ayuntamiento de Barcelona ha dado ahora un primer paso para hacer frente a una situación  cada vez más preocupante. El consistorio ha adquirido tres inmuebles en Ciutat Vella -un total de 41 pisos- que se habían convertido en objeto de deseo de un fondo de inversión. Los inquilinos podrán quedarse en sus pisos siempre que cumplan con los requisitos que se exigen para acceder a cualquier vivienda pública. Aunque el propio ayuntamiento ha avanzado que se trata de una medida excepcional, la iniciativa debe ser bien recibida. Las tensiones inmobiliarias que soporta Barcelona exigen actuaciones decididas en defensa primero de los afectados, pero también para preservar el tejido urbano y social de la ciudad.