Análisis

Freixa como síntoma

Toni Freixa.

Toni Freixa.

ERNEST FOLCH

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Sandro Rosellanuncia que se vuelve a presentar y se podría dar el caso de que fuera presidente hasta el año 2022. Semejante anomalía no es culpa de él, sino de un absurdo decreto de la Generalitat que en su día fijó los mandatos mínimos de los clubes en seis años. En cualquier caso, el anuncio deRoselles legítimo e incluso es sano, puesto que desactiva tentaciones internas y evita las tradicionales luchas cainitas que se dan en el Barça al fin de cada mandato.

Como ya es tradicional, el anuncio ha venido acompañado de las tradicionales apelaciones a la unidad del barcelonismo, a la necesidad de ir todos juntos a la conquista de los objetivos. Pocas veces una soflama ha tardado tan poco en caducar. Al cabo de escasas horas, aquella misma noche, el portavoz del clubToni Freixapronunció la desgraciada frase que ha dado la vuelta al país: «Titoestá ganando todas las comparaciones conGuardiola,incluso en la faceta humana». Las declaraciones fueron más tarde matizadas y aunque se vio obligado a deshacerse en elogios haciaPep,era en realidad demasiado tarde.

Y es que las palabras deFreixano son ningún error, sino un síntoma: la última prueba de que hay unos cuantos directivos de esta junta que están empeñados en hacer que las proclamas en favor de la unidad del barcelonismo suenen huecas y falsas. Podrían ser un desliz si no fuera porque ya llueve sobre mojado, porque ya van unas cuantas veces que el portavoz provoca incendios en lugar de pacificar el club. Tanto es así, queFreixa,quizá por vocación, se ha convertido en el portavoz de las peleas que el Barça inicia contra sí mismo. Un día nos actualiza la desgraciada acción de responsabilidad, otro día que el club se querellará contraSorianoyOlivery al siguiente traiciona su subconsciente y cae en el pozo de las comparaciones odiosas. Porque no hace falta haber leído aFreudpara darse cuenta de que en todas estas palabras hay siempre un denominador común: una pulsión no resuelta con el pasado del club, una frustración mal llevada con los éxitos anteriores, un resentimiento muy mal digerido.

Esta vez, el triple salto mortal deFreixaha desvelado, seguramente sin querer, un secreto a voces, y es que ni la junta ni el presidente consideraron nunca quePep Guardiolafuera uno de los suyos. Siempre se les vio profundamente incómodos, cortocircuitados por sus pésimas relaciones conCruyff,a quienGuardiolaconsideraba y considera su padre espiritual. Cuando se dieron cuenta de que herir aJohanera herir aPepera ya demasiado tarde. Llegó el momento del relevo deGuardiola,y la junta lo ejecutó de manera impecable: no cabía otra decisión ni cabía otra manera de anunciarlo, por mucho que elguardiolismo,que también es caprichoso, reclamara más tiempo para ejercer el duelo.

Pasados los meses,Freixaenseña una patita muy fea, que indica que algunos podrían haber caído en la tentación de usar aTitopara dividir y ahondar en las viejas heridas del barcelonismo, como en su día ya le ocurrió aRexach.La guerra civil del barcelonismo aburre porque es cíclica y se repite eternamente. ARosellle quedan tres años para cerrarla definitivamente, olvidarse de una vez del pasado y dedicar todas las energías a gestionar un horizonte inmediato y nada fácil donde por vez primera deberá dar altas y bajas decisivas en la plantilla. La unidad no se puede solo proclamar en discursos, hay que ejercitarla. La primera medida debería ser cambiar de portavoz y ahorrarnos sus cada vez menos edificantes declaraciones.