Dos miradas

Un fraude

Las ideologías más puras empezaron a morir el primer día que se justificó la injustica en aras del ideal

emma Riverola

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Rajoyaferrado a la legalidad como un náufrago a un tablón; Jorge Fernández Díazacusando a Guardiola de jugar por dinero -¿a quién le importa eso?-; la ANC, asegurando que la nueva performance de la Diada no es partidista, mientras acaba de pulir los flecos de su acuerdo electoral… Es esa sensación de sentirse párvulo de nuevo, limpiándose los mocos con la manga y esperando el siguiente cuento. Nada sería especialmente novedoso si no fuera tan hiriente y humillara a tanta gente. Que ahora la coalición independentista concebida por Mas plantee un programa social en el que se incluye todo lo que no ha hecho mientras ha gobernado o, peor, lo que ha recortado, es algo más que una humillación, es un fraude. Es ofensivo que los que pretenden secuestrar la palabra democracia jueguen con tanta ligereza con las promesas electorales. Un insulto a todos los que en el momento más crudo de la crisis se les retiró la Renta Mínima. Una burla a esos niños malnutridos que sobreviven en la pobreza y que el Govern no tuvo reparos en negar. Un nuevo escarnio a los que sufren la pobreza energética y fueron engañados con un decreto que solo cubre al 0,5% de los necesitados.

Las ideologías más puras empezaron a morir el primer día que se justificó la injustica en aras del ideal. No todo puede defenderse. Los engaños acaban socavando la verdad, pudriéndolo todo. A veces, los enemigos no están al otro lado de la puerta.