Boicot a la exposición del Born

Franco y el 'tió'

La mentira, la intolerancia y la ignorancia han ganado esta partida

La estatua ecuestre de Franco ante el centro cultural del Born, tras ser derribada.

La estatua ecuestre de Franco ante el centro cultural del Born, tras ser derribada. / periodico

EMMA RIVEROLA

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Era una oportunidad para reflexionar sobre nuestro pasado. Para debatir sobre la relación entre la calle y la dictadura. Ese transitar entre la batalla, el consentimiento y el agasajo. Pero ciertos sectores independentistas decidieron convertir la estatua mutilada de Franco en una suerte de 'tió' adelantado en el calendario. Ahora una de huevos, una muñeca hinchable, algo de pintura y ¡patapam!, al suelo. Los hijos y los nietos materializando lo que no lograron sus padres o sus abuelos. Quizá porque estaban demasiado ocupados en sobrevivir, quizá porque no se atrevieron, quizá porque prefirieron medrar en el régimen. Una catarsis colectiva convertida en una improvisada instalación artística. Hasta su destrucción final. Cautivo y desarmado, Franco decapitado fue retirado por los servicios de limpieza.

La estatua se había convertido en el gran objetivo a batir. El Born, la plaza militar a defender. Toda una batalla ideológica. Los organizadores de la exposición entraron en combate. Y perdieron. Que, después de meses de polémica, se haya tenido que improvisar una retirada en menos de una semana, es una falta de previsión, coherencia y valor. Es regalar la victoria a los que pervirtieron el sentido de la exposición y convirtieron la denuncia en complicidad. Hasta la aberración de acusar de franquistas a quienes se significaron combatiendo la dictadura. La mentira, la intolerancia y la ignorancia han ganado esta partida.