tú y yo somos tres
Franco, enterrado boca abajo
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
FERRAN MONEGAL
AManu Sánchez le ha salido bien el estreno de El último mono (La Sexta). Consiguió pasar del 9% de share, una heroicidad tratándose de un late show. Tuvo vista: se hizo acompañar de Jordi Évole, y lo mantuvo en el plató más de una hora. ¡Ah! Hoy tener a Évole es garantía de audiencia. Años atrás eran los Estopa. Cuando un programa estaba necesitado de audiencia convocaba al fabuloso dúo de La raja de tu falda, y subía automáticamente el share. Ahora es el héroe de Salvados el que consigue estos milagros. La tele funciona según sopla la brisa de los ídolos momentáneos. Manu es una criatura muy simpática, con mucha mili hecha en Canal Sur -desde el 2005- y con un garbo andaluz, de Dos Hermanas, que le da mucho gancho. La estructura de su plató parece un poco demodé: él detrás de su mesita, más elevada que el sofá donde se sienta el invitado, y con incrustación de un combo musical que no suele aportar nada salvo la música en vivo, que ya es algo. Y luego los colaboradores van pasando. En casa nos gustó la disección que hizo Manu, puesto frente a una pizarra, de la Historia de España a través de sus monarcas. Comenzó con Isabel y Fernando («Se conocieron en Misa y se gustaron») y remató con Franco («Está enterrado boca abajo, por si resucita y se pone a escarbar que aparezca en Australia»), y con el Rey dimisionario, Juan Carlos I («Un Rey que nos ha representado como nadie a nivel mundial: cuando se ha equivocado nunca ha tenido problema en bajarse los pantalones»). Por ahora, a Manu Sánchez el imperio Atresmedia le deja en las madrugadas de los lunes de La Sexta. Quizá es una prueba, un test, para ver cómo funciona, y más tarde o más temprano darle el estatus de programa diario. ¡Ahh! Parece que a partir de ahora el otro late show de la casa, En el aire, va a estar efectivamente, y más que nunca, 'en el aire'.
CRISTINA PUIG .- Las razones que ha dado el presidente de la corporación RTVE sobre el despido de la periodista Cristina Puig son colosales. Nos iluminan de manera extraordinaria. En particular, el pasaje en que se considera intolerable su presencia porque : «Se permitía criticar a la empresa para la que trabajaba». ¡Ahh! Además de «desobediente», añadía a su personalidad la nefasta lacra de tener tendencia a criticar. Hombre, este comunicado es de agradecer. Ahora ya sabemos de manera oficial que para trabajar de periodista en TVE hay que asumir el estatus de perrito de trapo.
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